Eran las 5:00 de la mañana, observaba el mundo deslizarse ante mis ojos. En ese instante, numerosos médicos y enfermeras desplegaban esfuerzos sobrehumanos para sostener mi vida. Sin embargo, sus sacrificios se desvanecerían en la inevitable realidad: al final, sucumbí a la muerte.
Antes de mi trágico deceso, resonaban en mis oídos las voces entrecortadas de mi hermana, suplicándome con un lamento profundo: "No te vayas". Pero nada de eso sirvió, pero nunca imaginé que, tras ese desenlace, iba a poder ver un pequeño abismo al final del camino. Avancé lentamente en línea recta, consciente de que mi paso no me llevaba ni hacia adelante ni hacia atrás. Aun así, el abismo que estaba frente ante mí llamaba mi atención de una manera intrigante, como si me estuviera llamando a que vaya donde el, había perdido por completo la noción del tiempo, pero en mi mente todavía quedaba la duda por que me pasa esto a mi.
A la final llegue al abismo esperando encontrar algo pero solo era un hueco sin fin, sin esperanzas y con lagrimas en los ojos me tire con la esperanza de que en otra vida pudiera vivir la vida como yo quisiera.
De la nada me desperté, no sabia que pasaba mire a mi alrededor no sabia que pasaba, no podía ver nada, creí que estaba vendado los ojos y así fue, solo sentía como en mis manos y en mis pies estaban atados con unas cadenas que me impedían mi movilidad, en mi mente pasaba, donde estoy pensé que había muerto, hasta que escuche que alguien entro y me empezó a gritar: !QUE TE PASA LEVANTATE¡ maldito inútil, el señor que me grito me quito las cadenas y me hizo caminar un buen rato sentía como el suelo era muy áspero, todo estaba lleno de una especie de liquido que no podía diferenciar.
Hasta que el señor me empujo a un lugar donde me quitaron la venda y descubrí que lo de antes que era un liquido era sangre, al observar a mi alrededor, noté la presencia de otros niños en situaciones similares. Fue en ese momento que me di cuenta de que había reencarnado, al mirar mis manos y descubrir que ahora era un niño. La confusión y el asco se mezclaban en mis pensamientos mientras enfrentaba la cruda realidad de mi nueva existencia.