Parte 4
Todas las sombras habían sido erradicadas y evaporadas. Era momento de tomar un pequeño descanso y reagruparse. Viendo los alrededores, gran parte de la zona se vio afectada, desde el asfalto hasta las paredes de los edificios.
—¿Están todos bien? —Dijo Agustín.
—Estoy cansado —Nahuel se sentó en el suelo.
—Vago —añadió Priscilla.
Agustín notó que Moyano parecía estar confundido, por lo que se acercó a él:
—¿Pasa algo?
—Sí, lo estoy. Es solo que… —Moyano observó el suelo desconcertado—. Cuando estaba en la escuela había visto muchas más sombras.
—Probablemente hayan huido de nosotros —agregó Nahuel.
—Es una posibilidad… —Agustín observó la escuela—. Hasta hace rato se escuchaban gritos… ¿Por qué se callaron de repente?
—Mejor vamos a revisar —dijo Priscilla.
Al abrir las puertas de la entrada, un cuerpo pálido cayó al suelo. Se trataba del padre de Priscilla cuya alma había sido arrebatada por una sombra. Priscilla no tardó en socorrer a su padre, Agustín observó con ojos bien abiertos y luego de apretar los dientes salió disparado hacia el interior de la escuela. Mientras avanzaba solo se encontraba con cuerpos pálidos de niños y adultos.
Había cometido un error, sabía que el objetivo de las sombras era la escuela, pero se olvidó de proteger a las personas dentro de la escuela y las sombras asediaron por completo el lugar. Pero el sentimiento de culpa aumentó al llegar al patio, los cuerpos pálidos de los niños estaban por todas partes, incluso pudo presenciar como una sombra estaba tomando la última alma.
Solo había una manera de salvarlos a todos, tenía que destruir a todas las sombras, si una se escapaba sería muy difícil recuperar esa alma, por lo que corrió directo al patio. Debía tener mucho cuidado de no herir los cuerpos de las víctimas en el suelo.
Con su brazo izquierdo derribó a muchas sombras de un golpe y corrió nuevamente para golpear a tantas como pueda. Debido a la situación no podía usar la onda expansiva de su collar, así que si lo atrapan sería muy difícil escapar, por lo que no podía dejar de moverse.
Cuando los demás llegaron las sombras comenzaron a dispersarse para atacar.
—¡Priscilla, lleva a los que despertaron dentro de la escuela y protégelos! —Dijo Agustín mientras seguía destruyendo a las sombras.
—¡Nahuel y Moyano no dejen que ninguna escape!
Ambos fueron tras las sombras que se alejaban de la escuela mientras que Agustín se encargaba de destruir a todas las sombras posibles, aunque mayormente estaban empeñadas en escapar en lugar de pelear o defenderse de él, de vez en cuando había una que ponía resistencia pero mayormente era fácil acabar con la presencia oscura.
Priscilla guiaba a las personas hacia los salones más cercanos.
—Refúgiense allí. —Ordenó, señalando el aula más próxima—. No permitiré que nadie se acerque.
Pero en su concentración, no notó la sombra que se deslizaba sigilosamente detrás de ella. Un golpe brutal la lanzó por los aires, y aterrizó a varios metros de distancia, mordiendo el polvo.
Ella se levantó sintiendo el dolor recorriendo su cuerpo, y fijó la vista en su atacante. Una sombra de casi dos metros, robusta, con garras afiladas. Recordó entonces, las sombras adoptan la forma del ser vivo al que le arrebatan el alma.
—Golpear a una chica por la espalda es de cobarde —desafió, sacudiendo su mano en un gesto provocador.
La sombra rugió furiosamente y se lanzó hacia ella. Priscilla sabía que no tenía tiempo que perder, las almas siguen retornando a sus cuerpos en grandes cantidades. Así que esperó, calculando el momento perfecto para contraatacar.
Justo cuando la sombra estaba a punto de alcanzarla, sus garras a milímetros de su rostro, Priscilla lanzó una patada devastadora que rompió la pierna de la entidad oscura. La sombra cayó, su rostro rasgando los cerámicos pulidos del suelo. Sin perder un instante, Priscilla golpeó repetidamente su cabeza hasta hacerla estallar. El cuerpo oscuro se evaporó rápidamente y una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de la victoriosa Priscilla.
Moyano y Nahuel iban tras cada sombra que se escapaba, dejar que escape tan solo una sola presentaría una derrota por lo que debían ser rápidos.
—¡Ahí van tres! —Dijo Nahuel saltando a través de una verja.
—¡Se están separando! —dijo Moyano.
El grupo de tres sombras se había separado, cada una por un camino distinto.
—Ve por la izquierda, yo por la derecha y luego iremos por la otra —dijo Nahuel.
—¡Sí!
La sombra se metió en un callejón, así que Nahuel cogió una bolsa de basura y la lanzó a los pies de la sombra, haciéndole perder el equilibrio lo suficiente como para atraparla. Estuvo a punto de escapar por el otro lado del callejón.
Una vez a una distancia suficiente, Nahuel saltó y juntó las manos para conectar un fuerte golpe con todas sus fuerzas en la cabeza de la sombra. El ente cae al suelo emitiendo sonidos de dolor.
—¿No fue suficiente? —Nahuel sacude ambas manos vagamente. Todavía me duelen las manos.
Sin decir nada más, aplastó la cabeza de la sombra, dejando que ésta se evaporara, fue en busca de la otra sombra.
Moyano tuvo que desviarse por las calles esquivando los coches con gran dificultad, pero la sombra los esquivaba con gran habilidad.
—No te vas a escapar tan fácil....
Tomando posición, Moyano dobló las rodillas y se tomó un momento para pensar. Con un potente salto, alcanzó la altura de unos cuatro pisos y se dirigió directamente hacia la sombra.
Sintiendo la adrenalina de estar tan alto, no pudo evitar ponerse nervioso. Al descender, aterrizó directamente sobre la cabeza de la entidad oscura y la aplastó contra el asfalto con el impulso de su caída. La sombra comienza a evaporarse.
Sin pensarlo se dirige directamente hacia el camino tomado por la otra sombra. Tras identificarla corre hacia el objetivo y se lanza para propinar una patada directa al tórax del enemigo. Al mismo tiempo apareció Nahuel y pateó la cabeza de la sombra. El potente ataque simultáneo provocó la destrucción de la sombra.
—Esos fueron los últimos —dijo Moyano.
—Sí, es hora de volver.
Cuando ambos llegaron de nuevo al patio del colegio, Agustín ya había matado a la última sombra y Priscila ya se había encargado de los civiles.
§
Los cuatro guerreros estaban reunidos en el patio cuando Priscila dice:
—¿No hay más sombras?
—No —dijo Nahuel con firmeza.—Pero el alma de mi padre aún no ha regresado.
—¿Estás seguro? —Moyano se adelantó.
—Todavía está pálido.
—La guerrera Priscila tiene razón —dijeron las voces—. Su alma no ha regresado.
Los ojos de Agustín se abren rápidamente y de un salto sube al tejado del colegio y escudriña rápidamente la zona. Divisa fácilmente una sombra y sin dudarlo se dirige hacia ella.
Sin perderla de vista saltando entre los edificios, logra alcanzarla rápidamente y se dispone a destruirla, pero es interrumpido por unas voces:
—Esta es tu oportunidad.
—¿Para qué? —Agustín continuó siguiendo a la sombra.
—Puedes seguirla hasta su escondite y tal vez encuentres la sombra con el alma de tu madre.
Agustín se quedó helado unos segundos, pero rápidamente recuperó la compostura.
—Cierto... pero me estaría arriesgando. ¿Y si está lleno de sombras?
—Pero no hay mejor oportunidad que ésta.
—Quizá tengan razón... pero aun así, si consiguen derrotarme, no sólo acabarán conmigo, sino que el alma del padre de Priscilla se perderá en una de todas las sombras.
—¿Así que no vas a salvar a tu madre?
Agustín piensa unos instantes y duda sobre su siguiente decisión, pero en el fondo conoce la respuesta.
—Me niego... si para salvarla a ella tengo que arriesgar a otros... Me niego a tomar esa medida.
Agustín aplasta el tórax de la sombra, destruyéndola por completo.
Mientras observa cómo el alma regresa a la escuela, unas voces le sacan de su nube de pensamientos:
—Bien hecho... has tomado la decisión correcta.
—Así que era una prueba.
El collar azul del caos empieza a brillar más de lo normal.
—¿Qué es esto...?
—Acabas de liberar más poder de tu collar, bien hecho.
—Eso es bueno.
—Ahora puedes usar tu objeto del caos.
—¿Objeto caótico?
Tras decir eso, la luz que emana del collar se canaliza hacia un único punto de su cara y se moldea lentamente hasta revelar la forma de una máscara azul resplandeciente.
—El objeto caótico sólo se manifiesta cuando demuestras que eres digno de llevar un collar del caos.
—¿Y esto para qué sirve?
—Los objetos varían mucho en cada collar, en tu caso conseguiste la máscara del caos. Este objeto aumentará todas las habilidades de tu collar a cambio de un mayor consumo de energía.
—Increíble.
—Será mejor que te des prisa en volver, los demás necesitan tu ayuda.
Sin pensarlo, se da la vuelta y empieza a correr directamente hacia la escuela. Gracias a su objeto caótico llegaría más rápido a la escuela, solo era cuestión de saber cuánta energía consume.