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Chapter 26 - Capítulo 26: La Capilla del Castillo: Parte 3

El sacerdote, con una sonrisa comprensiva y un gesto acogedor, extendió sus manos hacia la congregación y dijo con voz tranquila y clara: "Por favor, tomen asiento." Su tono era suave pero firme, llenando el silencio expectante de la capilla. La multitud obedeció, y el murmullo de los bancos de madera al ser ocupados nuevamente llenó brevemente el espacio sagrado.

Una vez que la comunidad estuvo sentada, el sacerdote se giró hacia el lector, quien se aproximó al ambón con una mezcla de humildad y honor. Antes de comenzar, el lector hizo una pequeña reverencia ante el altar y abrió el leccionario con manos respetuosas. La capilla cayó en un silencio atento, todos los ojos se dirigieron hacia el ambón, donde el lector se preparó para compartir las palabras sagradas.

"Hoy vamos a leer del libro del profeta Malaquías," anunció el lector, su voz clara y firme resonando en el espacio sagrado. "Escuchemos atentamente la Palabra de Dios."

Y comenzó a leer en latín, su voz llevando el peso y la belleza del texto antiguo:

**Malaquías 3:1-4**

```

"Ecce ego mitto angelum meum, et praeparabit viam ante faciem meam.

Et statim veniet ad templum suum Dominator, quem vos quaeritis,

et angelus testamenti, quem vos vultis. Ecce venit, dicit Dominus exercituum,

et quis poterit cogitare diem adventus eius, et quis stabit ad videndum eum?

Ipse enim quasi ignis conflans, et quasi herba fullonum:

et sedebit conflans et purgans argentum, et purgabit filios Levi,

et colabit eos quasi aurum et quasi argentum,

et erunt Domino offerentes sacrificia in iustitia.

Et placebit Domino sacrificium Iuda et Ierusalem,

sicut dies saeculi et sicut anni antiqui."

```

Al terminar, el lector cerró el leccionario y declaró: "Palabra de Dios." La congregación respondió al unísono, "Te alabamos, Señor," un eco de gratitud y reverencia que llenó la capilla.

El sacerdote asintió con aprobación, y en ese momento, el coro comenzó a entonar el salmo responsorial, sus voces elevándose en armonía y llenando el recinto con la belleza del canto gregoriano.

"Ostende nobis, Domine, misericordiam tuam, et salutare tuum da nobis."

El coro cantó el estribillo, y la congregación se unió en el canto:

"Ostende nobis, Domine, misericordiam tuam, et salutare tuum da nobis."

El solista del coro continuó con el primer versículo:

"Audiam quid loquatur in me Dominus Deus;

quoniam loquetur pacem in plebem suam et super sanctos suos,

et in eos qui convertuntur ad cor."

La congregación respondió con el estribillo:

"Ostende nobis, Domine, misericordiam tuam, et salutare tuum da nobis."

El canto prosiguió, alternando entre el solista y la respuesta de la congregación, creando un momento de reflexión y oración comunitaria. Con cada versículo y cada repetición del estribillo, los corazones de los presentes se preparaban para recibir el mensaje del Evangelio que estaba por venir.

Mientras el último eco del canto se desvanecía, el lector se aclaró la garganta con una tos discreta, captando la atención de todos. Los cantos cesaron y un silencio respetuoso se asentó en la capilla.

Unos segundos después, con todos los ojos puestos en él, el lector anunció con solemnidad: "Vamos a continuar con la segunda lectura. Esta vez, vamos a leer de la primera carta a los Tesalonicenses del Nuevo Testamento. Escuchemos con atención las palabras del apóstol San Pablo."

Y con un gesto reverente, comenzó a leer:

**1 Tesalonicenses 5:1-6**

```

De temporibus autem et momentis, fratres, non indigetis, ut scribatur vobis;

ipsi enim diligenter scitis quia dies Domini, sicut fur in nocte, ita veniet.

Cum enim dixerint: "Pax et securitas", tunc repentinus eis superveniet interitus,

sicut dolor in utero habenti, et non effugient.

Vos autem, fratres, non estis in tenebris, ut vos dies ille sicut fur comprehendat;

omnes enim vos filii lucis estis et filii diei. Non sumus noctis neque tenebrarum.

Igitur non dormiamus sicut ceteri, sed vigilemus et sobrii simus.

```

Al concluir la lectura, el lector cerró el leccionario y la comunidad respondió, "Te alabamos, Señor."

Acto seguido, el lector hizo una reverencia al altar y, con un aire de serenidad, se retiró del ambón, regresando a su lugar en la habitación. Su tarea estaba cumplida, y había transmitido la Palabra de Dios con respeto y claridad.

El sacerdote se acercó al ambón con pasos medidos y una presencia que inspiraba reverencia. Con una mirada que abarcaba a toda la congregación, invitó a los fieles a prepararse para uno de los momentos más solemnes de la liturgia.

"Os podéis poner de pie," dijo con voz firme y serena. "Vamos a cantar el Aleluya para aclamar el Santo Evangelio."

La comunidad se levantó en un movimiento unificado, el sonido de los bancos de madera resonando suavemente en la capilla. El órgano comenzó a tocar una melodía que llenó el aire con anticipación y solemnidad.

El cantor del coro dio el tono y comenzó el canto, con la congregación uniéndose en el momento apropiado:

Coro:

```

Aleluya, aleluya.

```

Congregación:

```

Aleluya, aleluya.

```

El cantor, con una voz clara y llena de devoción, entonó el versículo del Aleluya, que servía como puente entre las lecturas y el Evangelio:

Cantor (cantando el versículo):

```

"Yo soy el camino, la verdad y la vida, dice el Señor;

nadie viene al Padre, sino por mí."

```

Congregación (repitiendo el "Aleluya"):

```

Aleluya, aleluya.

```

El sacerdote, mientras tanto, se preparaba para proclamar el Evangelio, tomando el libro sagrado en sus manos con gran respeto. La comunidad, de pie y con los corazones abiertos, esperaba recibir las palabras de vida eterna.

Con el último Aleluya resonando en la capilla, el sacerdote anunció con voz clara: "El Señor esté con ustedes." Y la multitud respondió: "Y con tu espíritu." El sacerdote hizo la señal de la cruz sobre el libro del Evangelio y sobre sí mismo, y comenzó la proclamación del mensaje que había sido transmitido a través de los siglos, las palabras de Jesucristo según el evangelista del día.

Sacerdote:

"Lectura del Santo Evangelio según San Lucas."

Congregación:

"Gloria a ti, Señor."

El sacerdote lee el pasaje:

**Lucas 15:1-7 (El Evangelio según San Lucas)**

```

In illo tempore: Appropinquabant ad Iesum omnes publicani et peccatores ut

audirent illum. Et murmurabant pharisaei et scribae dicentes: "Hic peccatores

recipit et manducat cum illis." Et ait ad illos parabolam istam dicens: "Quis ex

vobis homo, qui habet centum oves et si perdiderit unam ex illis, nonne dimittit

nonaginta novem in deserto et vadit ad illam quae perierat, donec inveniat eam?

Et cum invenerit eam, imponit in umeros suos gaudens, et veniens domum

convocat amicos et vicinos dicens illis: 'Congratulamini mihi, quia inveni ovem

meam quae perierat.' Dico vobis, ita gaudium erit in caelo super uno peccatore

paenitentiam agente quam super nonaginta novem iustis, qui non indigent

paenitentia."

```

Al concluir la lectura del Evangelio, el sacerdote dice:

"Palabra del Señor."

Congregación:

"Gloria a ti, Señor Jesús."

Después de la proclamación del Evangelio, el sacerdote ofrece una homilía, que es una reflexión sobre las lecturas del día y cómo se aplican a la vida de los fieles.