He vivido toda la vida en la calle viendo humanos de un lado a otro.
Cada vez que llovía me tenía que esconder bajos los árboles o cajas que andaban botadas.
Ni agua ni comida tenía, todo había pasado completamente rápido, solo era un perro sucio que nadie quería.
Mi primer amo me botó después de haber dado a luz a mis hijos. Incluso aún sigo buscándolos esperando que no les haya pasado nada.
A veces hay humanos que se acercan a mí, pero me aterran, no quiero vivir nuevamente como lo hacía antes, porque comencé a tenerle miedo a los golpes, a las quemaduras.
Cada vez que pensaba en eso mi cuerpo reaccionaba y lo único que se me venía hacer era gruñirles.
Hasta dos días después, supe que no todos los humanos eran realmente malos. Porque ese fue uno de los mejores momentos de mi vida.
"Gracias por haberme cuidado"
Dije lamiendo la mano de mi ama, quién se encontraba llorando a mi lado.
"Gracias por haberme dado el amor y todo lo que necesitaba por tanto tiempo, te quiero"
Me fui después de darle mis ultimas palabras.