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Chapter 5 - LOS CALABOZOS " LA DONCELLA DE HIERRO"

Un sabor a cobre espabilo mi vista para darme cuenta

que me encontraba atado a unos grilletes que

colgaban de las paredes, el óxido de un bozal de

hierro cortaba mi labio hasta partirlo en dos

inmediatamente percibí un hedor que emanaba de

las grietas en las paredes eran cuerpos de animales

enterrados en ellas para infestar el aire de una

muerte lenta para todo ser, mi sed era intensa ya

tenía más de un día en ese hueco mohoso. Las

rendijas del bozal estaban pegadas a mi piel para no

dejarme articular ningún sonido cada que intentaba

mover la boca cortaba cada vez más pero que es un

Tzimisce sin atracción por el dolor, me habían

colocado una especie de droga no podía usar mi

vicisitud ni enfocar la vista con precisión los

"cazadores" conocían cada Clan, cada particularidad y

estaban entrenados justamente para detener esos

aspectos tropezarse con ellos es lo último que un Vampiro desea, mis cabellos caían entre mis hombros

no me había percatado de que la gabardina estaba

destrozada durante el ataque en el callejón fui

atacado sin darme cuenta rozaron la tela hasta

desgarrar varios trozos. Frente a mi unos barrotes me

aislaban del pasillo, no había notado que una figura

sentada del otro lado me observaba detenidamente

-ya se está pasando el efecto mí querido Stefan, la

noche esta por avivarse y necesito de tu FrenesíFrenesí,

caer en ese estado de locura incontrolable

no dejarse llevar por los instintos mantenía la cordura

estable;

-a pocos minutos de que amanezca tú y otro grupo de

Vampiros en Estado Frenético saldrán a las calles,

atacando el pueblo y su gente serán polvo en poco

tiempo y dejaran la tierra manchada en sangre

maldita –

dijo de manera exaltada la silueta acercándose a los

barrotes descubriendo el rostro de una mujer de

labios rojizos y una mirada punzocortante

envenenando mi rabia con una sonrisa burlesca alejo el cuerpo desapareciéndose entre la oscuridad del

pasillo. De pronto empezaron a sonar las rejas

craqueando las bisagras como si las batieran, mis

grilletes se soltaron dejándome caer, no podía mover

las piernas y caí de bruces al suelo encharcado de

moho, mi celda empezó a dar vueltas no podía

ponerme en pie empecé a darme cuenta que habían

ruidos cada vez más fuertes vociferando a través de

las paredes, de repente un golpe de adrenalina ataco

mi pecho la sed era intensa muy intensa. Empecé a

jadear mientras sentía como una fuerza increíble se

desataba desde mis entrañas. Una reacción

instantánea elevo mi cuerpo podía oler la sangre a

kilómetros escuchar los latidos y hasta el correr de

ese elixir rojo dentro de esos cuerpos enclenques, Salí

de la celda siguiendo el aroma, Muchos más estaban

en el pasillo, de muchos clanes, de diferentes lugares

a quien le importa. La sed dejo eso de lado y me hizo

correr por los pasillos de manera frenética mi

garganta sentía cenizas secas y asfixiantes, una

ventana sin pensarlo corrí hasta saltar por ella

destrozando los vidrios cortando tela, piel y hueso.

Del otro lado una escalera de caracol hacia el olor más intenso podía escuchar hasta los pestañeos, salte de

barandal en barandal hasta hacerme de varios pisos

hasta llegar a la superficie de un caserón repleto de

cuadros ignore todo a mi alrededor saliendo a las

calles, gente corriendo el frenesí había invadido las

mentes de los presos ahora libres y con sed, una

mujer corría mirando a su alrededor sin darse cuenta

tropezó y cayó raspándose las piernas, no note que

avanzaba hacia ella mi instinto animal se apoderaba

de mí, sangre, gritos, agonía. Un manjar de sonidos

abatía mis sentidos con mis manos desgarraba la piel

fresca ante mi como un plato recién sacado de la

cocina, cada alarido aumentaba mi descontrol viendo

como el alma se le iba desprendiendo con cada

gemido que se ahogaba en dolor y sangre

pudriéndose por dentro deje pasear mis dedos entre

sus entrañas aun latentes, caliente al tacto deje pasar

mi mano bajo la piel marcada en rojo observando

como temblaba el cuerpo, una espuma brotaba de su

boca, patéticas criaturas. Solo un roce deformo el

rostro desquebrajando cada figura simétrica que

componía su anatomía facial. Mi entretenida faena

era armonizada por alaridos cortados por golpes secos de mis camaradas mutilando y destajando, era

una escena orgásmica que se iba a acabar pronto de

una manera precoz, el sol empezaba a soltar rayos de

luz sobre la colina un amarillento mortecino palideció

más mi piel. Me levante de inmediato no estaba lejos

del camino que tomamos anteriormente antes de la

emboscada, las altas estructuras de angostas calles

eran perfectas para que las sombras me protegieran

del día. Trastabillando me aleje del lugar dejándome

caer en una cera había pasado menos de un mes o tal

vez mas mi sentido del tiempo fallaba en esa tumba.

Ya no soportaba el olor a moho deje caer la gabardina

o lo que quedaba de ella al suelo, debía hacerme de

ropa nueva y de un lugar donde pasar las horas de luz,

entre en los callejones de Francia evadiendo todo

contacto humano.

Varios días más tarde ya recuperado me había

encerrado penosamente en las catacumbas del

pueblo, mi rabia hacia rechinar mis dientes,

esconderme como una bestia derrotada. En los alrededores del mercado del pueblo corrían

ciertas historias referentes a lo ocurrido hace unos

días tenia ciertas sospechas por los sucesos ocurridos

sospechas que se aclararon a pocas noches entre mis

salidas, un grupo extraño se movilizaba de manera

indiscreta y sospechosa en el centro del pueblo, me

las arregle para seguir las pisadas de un millonario

que visitaba la tumba de su esposa, logre emboscarlo

en una vereda donde no daba el sol degollándolo para

no hacer ruido alguno, solo el de la sangre brotando

gota a gota, me alimente de ella por un buen rato

teniendo cuidado de no manchar el traje. Esperando

la caída del Sol para salir entre las calles. Me dirigí a

hasta el campanario las puertas abiertas aun había

misa, entre como cualquier pueblerino, dentro

esculturas de cierto culto engañando a los crédulos

con una fe falsa haciéndolos adorar a sus ancestros

disfrazados de Dioses, toda una fachada elaborada

ingeniosamente quién lo diría los iluminatis se

reunían en un santuario religioso en el medio de una

plaza de mercaderes, entre por una de las ventanas

sigilosamente me mantuve hay durante unas horas

observando la enorme cúpula que cubría el lugar la cual pintaba la ultima cena con colores oscuros para

apenas dejar entrar un leve reflejo de luz. Cargue de

Balas de plomo un revolver viejo y gastado que tome

durante mi tiempo en Alemania guardándolo entre la

cintura, salte dentro cayendo suavemente detrás de

una escultura en yeso emulando una figura que los

mortales llaman "su Dios" que incrédulos, una puerta

al final del enorme recibidor me invitaba a pasar

podía escuchar dentro voces de al menos seis

personas tome las barras de la puerta y empuje.

-Buenas noches mis queridos Hermanos- dije en voz

alta dándome cuenta que al menos unas cincuenta

miradas llamadas por mi voz me seguían mientras me

habría paso hasta la orilla del balcón, debajo formaba

una habitación llena de Vástagos jóvenes y

hambrientos su aroma y débil presencia los delataba,

entre ellos un hombre mejor dicho una bestia me

observaba examinándome detenidamente era el

Tremeré que estaba buscando.

Saque el revólver y jale suavemente el seguro hacia

atrás apuntando sin moverme de donde estaba al rostro del bastardo, una risa estallo por todo el lugar

rebotando entre las paredes

-piensas que una bala puede hacerme algún daño? Y

así te haces llamar un vampiro?-

Inmediatamente empezaron a unirse coros de burla

que me taladraban los oídos afine la puntería hasta

apretar el gatillo soltando la bala acertando en la

cabeza del Tremeré derribándolo entre sus

congéneres, una línea de sangre recorrió su rostro

hasta caer al suelo, durante unos segundos el silencio

se convirtió en una masa densa de calor sofocante

- por tu osadía morirás Tzimisce hasta la última ceniza

de tu calcinada osamenta desaparecerá- grito el

tremeré levantándose hasta quedar recto alzo la

mano y todos los presentes se alzaron hacia mí, sus

rostros notaban furia y sed descontrolada por la

sangre, di un paso atrás empujando la puerta tras de

mi saliendo de nuevo al recibidor alce la pistola

soltando ráfagas a la cúpula partiéndola en muchos

pedazos que caían cortándome la piel me cubrí detrás

de la estatua de piedra empujándola hacia mí, el

amanecer estaba entrando por el techo desnudo quemando a los vástagos que venían a por mí, conté

una gran mayoría que se precipito saltando por la

puerta logre sentir unos muy cerca así como estuve

tan cerca de la luz del sol. Una orilla quedo tapada por

las sombras por donde logre pasar para volver a la

habitación ya desolada el tremeré había escapado

pero solo podía internarse más sin poder salir a las

calles, una tapa de madera sobresalía en el suelo mal

cerrada daba a la entrada de un túnel subterráneo,

entre siguiendo el ruido de unos pasos apresurados el

tremeré que huía no alcanzaba los 300 años su

presencia me parecía débil, había convertido a un

centenar de desgraciados. Preparaba algo y lo iba a

averiguar, al final del túnel me esperaban cinco

vástagos apenas toque las afueras del túnel uno se

me avecino era aún muy lento y le partí el cuello

hasta arrancarle la cabeza. Los otros cuatro atacaron

a la vez, podía sentir su miedo, ver cada movimiento

hasta verlos caer, no tenía tiempo para jugar así que

desgarre y destroce lo más rápido que pude, aun no

estaban listos para enfrentar a ningún otro Vampiro

solo retrasaron mi cacería una última puerta

mostraron la presencia del Tremeré parado como si me esperase a su lado uno de los vástagos pálido

inmóvil me acerque lentamente la confianza en sus

ojos no me daba buena espina, en un instante había

desaparecido de mi vista por el descuido el Tremeré

había escapado. Intente abrir la puerta pero un

latigazo corto de un tajo un trozo de mi piel, el

vástago estaba a mis espaldas, la habitación se movía

de manera extraña por segundos perdía la

profundidad de la vista y mi olfato se había reducido a

cero, era la misma sensación que había

experimentado frente a aquella vampiro. Di un paso

atrás necesitaba ponerme en una posición defensiva

ante mi adversario al parecer no le afectaba en lo más

mínimo el cambio del lugar o simplemente no lo

percibía fije mi mirada en el espectro cazador frente a

mí un paso en falso y solo bastaría de una milésima de

segundo para destazar cada parte de su cuello

desprendiéndole la cabeza hasta triturar cada hueso

de ese cráneo asqueroso. El picaporte dio un giro la

vista del vástago titubeo y mis garras dieron la

estocada, un grito ahogado casi inaudible se dejó

apagar lentamente, el bastardo estaba supurando un

esencia extraña que confundía los sentidos entre más cerca me encontraba más débil me hacía, me aleje

trastabillando hasta la puerta abierta rechinando

abrió una estancia vacía solo habían muchas puertas

alrededor impregnadas de aromas distintos, sangre,

sudor, tierra, carne podrida, excremento. Todos esos

olores para camuflajearse de mí, maldito logro

escapar.

Tuve que esperar el anochecer para salir del

campanario aun los rastros de polvo adornaban los

suelos, solo basto una chispa para iniciar un incendio

que me encanto presenciar desde el tejado de una

casa, los pueblerinos inútilmente trataban de disipar

las llamas pero parecía que el mismo fuego no se

quería detener hasta desaparecer hasta la última

huella de los inquilinos indeseados, la pintoresca

escena exaltaba como si fuera una pintura en relieve,

creyentes arrodillados, hombres vociferando

lanzando piedras y tarros de agua y tierra danzando

de una esquina a otra con intenciones de apaciguar el

demonio ardiente no falto mucho para que el viento

hiciera de las suyas expandiendo el incendio arropando el templo y unas cuantas casas, el

desespero y la ansiedad me extasiaban más que

beber sangre fresca simple una necesidad jamás

superara al gusto, al capricho, al deseo. Ya faltaban

pocas horas para amanecer procure alejarme lo

suficiente, el cielo estaba manchado por un naranja

irreal y las callejuelas infestadas del humo putrefacto

que vagaba lentamente dejándose morir a mis pies.