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—Hace tiempo que he oído hablar de su reputación, Dra. Johnson, y hoy veo que es ciertamente cierta... ¡su EQ es absolutamente cero! —Arthur Baldwin le dijo a Emma Johnson con una mirada entre cerrada—. Sus habilidades profesionales pueden ser sólidas, pero cuando se trata de tratar niños, le sugiero que se tome un tiempo para mejorar su EQ.
Desde que Arthur había leído los trabajos médicos que Emma había escrito, sabía que ella era una perfeccionista. Sin embargo, su pensamiento era demasiado idealista. No lograba comprender el sufrimiento de los demás y a menudo dejaba que sus suposiciones la gobernaran.
Ella creía que los niños son lo más importante y que los padres deberían cuidarlos meticulosamente. Por ejemplo, a menudo argumentaba que cada adulto debería ceder el paso a un niño esperanzado.
—¿Qué derecho tienes de darme lecciones? —Emma miró de arriba abajo a Arthur, su tono lleno de escepticismo y arrogancia.