Brady Anderson extendió sus brazos y abrazó a Avery Sheen, echando un vistazo alrededor de la casa antes de colocar su llave en la mesa de té de cristal. Habló con voz calma:
—Esta casa es ahora lo más valioso que poseo. Te la dejo a ti. Es una buena elección que vivas en ella o la vendas.
El Sr. y la Sra. Strickland se sorprendieron, se miraron el uno al otro y cuestionaron a Brady:
—¿Nos estás dando la casa? ¿Crees que vamos tras tu dinero?
—Brady, ahora que te has unido a la rica señorita, en verdad vas a olvidar todas tus promesas a Alanna... —La Sra. Strickland estalló en sollozos al instante.
—Alanna está muerta. ¿Quieres que pase el resto de mi vida con sus cenizas? —La voz de Brady se volvió más fría por varios grados—. Por no mencionar que no son mis padres biológicos, así que no tienen derecho a interferir. Aunque lo hagan, esta es mi propia vida. Ya han conseguido lo que querían. ¿Todavía piensan que no es suficiente?
—Eso es duro, Brady...