—Ser actriz... nunca habría sido un problema —dijo Arianna Morrison con un toque de tristeza—. Pero no me gustan las actrices.
El comentario de Arianna fue demasiado directo, demasiado absoluto. Era como decirle directamente a Monica Baldwin que nunca la aceptaría.
Sin embargo, si fuera cualquier otra mujer, bien halagarían indulgentemente o saldrían directamente expresando su insatisfacción. Pero este comentario no causó mucha turbulencia emocional para Monica.
Después de un momento, Monica respondió:
—De hecho, a mí tampoco me gustan especialmente los médicos o biotecnólogos.
Arianna fue totalmente tomada por sorpresa; Monica le había devuelto las palabras sin un atisbo de timidez, con ferocidad y empuje.
—¿No te caigo bien? —No importa, tú tampoco me caes bien especialmente a mí.