Si esto fuera en la antigüedad, la personalidad del Padre Bailey sería considerada la de un héroe.
Tendía a la ira y la sospecha, jamás dudaba en tratar con dureza incluso a su propia hija biológica. Sin embargo, curiosamente, era completamente sumiso ante Georgia Sterling.
En esta guerra, Sarah Bailey era la perdedora.
Porque para el Padre Bailey, ella era prescindible.
El rostro de Sarah Bailey se tornó pálido y sus manos sosteniendo los cubiertos temblaban incontrolablemente —Si no fuera por mi miedo de que esta mujer te estafara, causándote perderlo todo, me habría ido hace mucho tiempo.
—¿Oh? ¿Te preocupas por mí, o te preocupa tu herencia? Sarah, déjame decirte, el negocio familiar de los Bailey fue construido desde cero por mí. Puedo dárselo a quien yo quiera, incluso si decido donarlo todo, solo podrás mirar impotente —dijo el Padre Bailey indiferente.
—¿Me estás empujando a morir con esta mujer? —Sarah señaló a Georgia Sterling y dijo.