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Chapter 3 - Lluvia de artillería

Año 2020 – Reino Unido, en las inmediaciones del canal de Bristol

—¡No queda de otra, general! Usemos eso, ¡las bombas H!

En una sala donde pantallas LED emitían brillos apagados, el segundo al mando, un hombre alto y fornido, propuso una idea bastante bizarra. Casi de inmediato, la ministra de guerra refutó airada.

—¡¿Hablas en serio?! ¡¿Usar bombas de hidrógeno?! ¡Estarías matando una mosca a punta de cañonazos! —clamó ella.

El segundo al mando se mantuvo tranquilo.

—¿Ahhh? ¡Ese demonio es más fuerte que una mosca! ¡¿No viste su poder?!

—Aun así...

—200 aviones... 300 vidas... ¿Estás dispuesta a sacrificar más?

—Yo...

—Eso pensé. General, acabemos con esto. Si lanzamos una ojiva de 10 megatones, en este momento, destruiremos esa cosa. Lamento decir que un par de villas serán arrasadas, sin embargo, es un peligro que debemos tomar.

El silencio infectó la sala. Luego de meditar el problema, el general caminó hacia el frente. Habló:

—No se apresure, teniente. —El hombre de 50 años analizó el problema—. Hay tiempo. Usaremos el arma estrella del proyecto "RailGun 23". Un impacto cinético de tal magnitud, apoyado con artillería pesada de acorazados, fragatas y buques de guerra, debería exterminar esa cosa.

—Ya veo. —El teniente realizó un saludo de guerra—. ¡Entendido general! ¿Preparo el cañón principal?

—Sí. Lo antes posible. —El general ajustó su boina—. Es hora de poner en marcha el plan de la luna menguante. Veamos si ese demonio es capaz de soportar la putiza que le vamos a dar.

***

Para SilverSkin este mundo era nostálgico, hace mucho tiempo, eones atrás, su mundo era parecido a este. Había bosques, selvas, praderas, planicies y un mar azulado.

Actualmente, su raza no tenía problemas severos. Él no llegó a la tierra para invadir el planeta. Su objetivo principal era investigar este plano, buscando presencia o carencia del elemento '???'.

Sin embargo, mientras buscaba, SilverSkin descubrió muchas cosas. Los humanos eran formas de vida despreciables. Dañaban su propio hábitat sin medir las consecuencias.

Lanzaban desechos a mares y ríos, quemaban kilómetros de bosques y selvas, envenenaban peces y plantas, emitían cantidades ingentes de gases tóxicos, destruían los hábitats glaciares, mermaban la capa de ozono; peleaban entre ellos mismos, hacían atrocidades que superaban la imaginación: homicidios, abusos, violaciones, secuestros, torturas, esclavización. ¿Qué clase de mundo era este? ¿Por qué una raza tan retorcida manejaba los hilos de este planeta?

Era cierto, había humanos buenos. Durante su exploración, el dragón pudo verlo. Aun así, la malicia imperaba.

En lugar de crecer junto al planeta, en lugar de cuidarlo, los humanos herían el mundo sin piedad.

Lo laceraban, lo corrompían, lo mancillaban. Después de ver tanta porquería, SilverSkin comprendió algo: los humanos eran el cáncer, la peor enfermedad. Exterminarlos era el camino.

Por eso mismo, como un plus añadido a su misión, SilverSkin decidió limpiar este planeta. El primer paso fue exterminar a los mosquitos que volaban en su flanco. Al parecer, los humanos no eran estúpidos. Procesaban la materia a su gusto, creando máquinas de guerra.

Sin embargo, sus armas se basaban, únicamente, en procesos físicos mayores. La teoría detrás de sus máquinas era superficial. Si lo hubiera querido, SilverSkin habría aumentado la gravedad de la zona circundante, y todos sus 'juguetes' habrían caído al suelo como gotas de lluvia en una tormenta furiosa.

De todos modos, el trabajo estaba hecho. Lo siguiente era medir la capacidad bélica del ser humano. Exterminar cucarachas era complicado. El dragón pensaba que invocar refuerzos era indispensable.

Incrementando su celeridad, SilverSkin se dirigió a Londres. Matar algunas cucarachas en su camino no representaba ningún obstáculo para él.

***

—¡Preparen el cañón RailGun-23! ¡Carguen el proyectil de fragmentación uránica! ¡Revisen las coordenadas! ¡Que los demás buques apunten su artillería a la ubicación designada! ¡Quiero todo listo en menos de un minuto!

Sobre un buque de guerra de tamaño ingente, un temible cañón de guerra relumbraba bajo el cielo vespertino. Era gigante.

Treinta toneladas de metal desprendían sutiles arcos eléctricos que hacían vibrar el puente. Se trataba del segundo cañón más poderoso del mundo. El aclamado perforador de titanes. Un cañón de riel con la capacidad de disparar proyectiles cinéticos a Mach 23. Usando un potencial energético de 30 MJ, aproximadamente.

Se suponía que era un proyecto secreto, impulsado por la Unión Europea. Sin embargo, ante tal amenaza, los protocolos y secretos fueron revelados.

—¡Está listo, general! ¡Esperamos sus órdenes!

—¡Perfecto! ¡Escuadrones navales 'A', 'B' y 'Z'! ¡Preparen sus armas! —El general observó la hora—. ¡FUEGO A DISCRECIÓN! ¡AHORA!

Al compás de rugidos atronadores; destructores, fragatas y cruceros desataron el infierno en el cielo. Hordas de misiles antiaéreos crearon estelas de fuego, cañones navales OTO melara de 127 y 76 mm bombardearon el firmamento con afán.

Pronto, a una distancia de quince kilómetros y una altura aproximada de tres kilómetros, el temible dragón emergió de las nubes cual ángel caído. Solo para ser acribillado por ciento veinte misiles tierra-aire de la serie "Aster 15". Controlados por el temible sistema de guerra antiaérea, "Sea Viper". Los misiles, controlados por computadora, impactaron contra SilverSkin uno tras otro.

Ninguno falló su objetivo. El sistema era infalible.

Segundos después, un averno de fuego, ondas de choque y pasión desenfrenada, suscitó una explosión endiablada que fue creciendo con el paso del tiempo. Pústulas y verrugas de hollín crecieron infames. Se trataba de una gala fastuosa.

—¡Comete eso! ¡Maldito hijo de puta! —gritó un oficial.

*¡BOOOMM!* *¡BOOOMMMM!* *¡BOOOMMMM!*

La escena parecía sacada de una película de corte apocalíptico.

Se asemejaba a un flujo, no... a un flujo piroclástico alimentado con esteroides, una deformidad, un homúnculo de llamas, humo y ceniza que trepidaba a once mil pies de altura.

Los segundos pasaron, el humo seguía presente. Sin confiar en los resultados, el general ajustó su boina y clamó exasperado:

—¡Usen la firma calórica del dragón para fijar sus coordenadas! ¡Ajusten la potencia del cañón al máximo!

—Potencia del cañón electromagnético al máximo. Listo señor. ¡Todo listo!

—Bien. ¡Entonces disparen el bendito RailGun 23! ¡Veamos lo que este bebé es capaz de hacer! ¡FUEEGOO!

Al igual que una lanza de luz perforando el vacío, el cielo fue desgarrado por una flecha vespertina que desprendía fuego y arcos eléctricos en todas direcciones. El buque insignia de la flota trepidó por la fuerza del rebote, la punta del obús desprendió vapor ardiente, un zumbido comparable al rugir de mil golondrinas opacó cualquier sonido circundante.

Un pestañeo después, el proyectil —repleto de esperanza y frustración—, impactó contra SilverSkin produciendo una explosión cinética que remeció los cielos. 

La bala de tungsteno, endurecida con fragmentos de uranio empobrecido, entró por la boca derecha y atravesó el cuerpo del dragón sin piedad alguna. Trozos de carne saltaron por doquier, huesos y carne se partieron en tres, sangre a borbotones emergió de ojos, boca y cientos de escamas.

A primera vista, la segunda cabeza del dragón estaba destrozada. Un hoyo mediano —cauterizado por fuego—, palpitaba indiferente mientras desprendía una mezcla gutural de sangre y carbón. La misma cavidad se extendía ochenta metros, creando un túnel de vísceras quemadas. Finalmente, el violento camino terminaba en la cola, en donde otro hoyo —del mismo tamaño—, vomitaba un asqueroso batido de carne molida.

La escena era terrible, pero optimista. Contra todo pronóstico, RailGun23 hirió mortalmente al temible dragón. En pocas palabras, los humanos emplearon una resortera gigante y tumbaron de un piedrazo a SilverSkin. O algo así.

Sin embargo, no terminó ahí, mientras el proyectil cinético perforaba el cielo, el renombrado general James Campo Bravo, completó la fase final de su brillante plan.

—¡¡AHORA!! ¡¡ESCUADRONES DESDE LA "C" HASTA LA "X"!! ¡¡DISPAREN TODO SU ARMAMENTO!! ¡DEBEMOS PULVERIZAR A ESE MALDITO HIJO DE PUTA! ¡¡¡FUEGO A DISCRECIÓN!!!

El cielo se llenó de flamas.

Ceniza opacó el firmamento.

En aquella tarde donde los demonios de la guerra volvieron del abismo, los recuerdos del pasado volvieron a manar.