Goblins, esas desagradables alimañas verdes de orejas afiladas… Al menos no tienen el orgullo de un elfo promedio.
No puedes dar dos pasos fuera de un pueblo sin encontrarte con uno. Y lo peor es que vienen en grupo, como ratas, pero más peligrosos. Cualquier aventurero que se respete ha matado por lo menos a uno, aunque yo diría que deberíamos tener concursos para ver quién puede matar a más.
¿Y saben qué? Son peores que los slimes. Al menos los slimes no te roban las gallinas ni te incendian el granero solo por diversión.
Es por eso que he decidido escribir esto, una especie de semi-bestiario dedicado a los goblins. No es como si se merecieran estar en un libro, pero si sirve para que más aventureros exterminen a estas alimañas, mejor. Además, alguien tenía que hacerlo; la última vez que un académico se puso a estudiar Goblins, terminó siendo la cena.
Por cierto, Otes, si estás leyendo esto, espero que estas alimañas te arruinen las cosechas. Maldito desgraciado roba esposas.
Como sea…
Para empezar, los goblins tienen la irritante costumbre de aparecer donde menos los necesitas. ¿Cultivaste un buen campo de trigo? Llegarán a destrozarlo mientras celebran una de sus repugnantes fiestas. ¿Guardaste un barril de cerveza en el sótano? Lo beberán mientras discuten quién tiene la nariz más fea. Y ni hablar de las gallinas, las cuales, por alguna razón, son un manjar para ellos.
A menudo, los "sabios" dicen que estas criaturas son ingeniosas. Yo digo que tienen la astucia de una rata mezclada con las manos de un carterista. No importa cuán bien asegures tus pertenencias, siempre encuentran una forma de robarlas. He oído historias de goblins que construyen armas con utensilios de cocina robados. Si ves un tenedor atado a un palo, probablemente sea obra de ellos.
Ah, y si alguna vez crees que estás a salvo porque no ves ninguno, piénsalo dos veces. Los goblins son maestros del sigilo. No sé si es porque son pequeños o porque el mismísimo destino se burla de ti.
Los goblins son, como muchos dicen, criaturas pequeñas y poco agraciadas. Con una altura que rara vez supera la cintura de un adulto humano, pueden ser confundidos con niños… si ignoras su piel verde, esa nariz que parece la de una bruja, y sus orejas que podrían servir como antenas.
Los machos, que son mayoría en las tribus, suelen ser calvos o tener mechones de cabello tan finos y dispersos que uno podría pensar que hasta la naturaleza les niega un mínimo de dignidad. Las hembras Goblin, aunque ligeramente más agraciadas, son mucho menos comunes a la vista. No están exentas de esa estética desaliñada; suelen llevar adornos hechos de huesos, plumas o cualquier cosa que no lograron robar decentemente.
En cuanto a vestimenta, es tan miserable como su higiene. Lo que para ellos es un "traje ceremonial" podría ser una sabana que colgaste a secar, transformada en harapos decorados con barro seco y sangre de dudosa procedencia.
A pesar de ser alimañas repugnantes, los goblins tienen una extraña afición por las cosas brillantes. Si dejas cualquier herramienta, aunque mínimamente reluciente, desatendida, lo más probable es que al día siguiente encuentres a un goblin 'líder' posando con ella, creyendo que es una reliquia ancestral.
Como las sucias alimañas que son, los Goblins prefieren madrigueras profundas, laberínticas y tan desordenadas como ellos mismos. También son propensos a ocupar cuevas, cavernas y ruinas abandonadas, siempre y cuando sean lo suficientemente espaciosas como para albergar a sus numerosas crías y permitir sus constantes riñas internas. A veces, incluso expulsan a otras criaturas —o aventureros desafortunados— para reclamar un territorio como propio.
Por si su existencia no fuera ya lo suficientemente detestable, los goblins cuentan con uno de los ciclos reproductivos más veloces conocidos en el mundo. Alcanzan la madurez sexual a las pocas semanas de nacer, lo que significa que un goblin que ignoraste el mes pasado ya podría estar dirigiendo una nueva camada de alimañas para asediar tu granero.
Las hembras son capaces de dar a luz a cuatro o cinco crías cada 24 horas, un ritmo que haría palidecer a cualquier conejo. Además, los goblins son infames por su inclinación a cruzarse con otras especies humanoides, produciendo aberraciones híbridas que, lejos de ser defectuosas, a menudo heredan las mejores cualidades de ambos progenitores. Este grotesco rasgo ha permitido que los goblins amplíen sus capacidades de adaptación y supervivencia, convirtiéndolos en una amenaza aún más persistente.
Aunque ya mencioné que las gallinas parecen ser su platillo favorito, la verdad es que los goblins comerán cualquier cosa que encuentren, sin importar su estado. Desde frutas podridas hasta cadáveres infestados de gusanos, todo es "comida" para ellos. Su estómago parece tener una capacidad casi sobrenatural para digerir cualquier cosa, aunque eso no les exime de retorcerse por dolores estomacales después de un festín particularmente deplorable. Claro que eso no los detendrá; un goblin con hambre es igual de peligroso que uno armado.
En cuanto a sus "sociedades", el término siendo bastante generoso. Los goblins son tan conscientes del odio universal que se les tiene, que han desarrollado un nivel alarmante de paranoia y hostilidad, no solo hacia otras razas, sino también entre ellos. Es irónico, pero si alguna vez todas las razas humanoides se unieran para exterminarlos, aún quedarían en segundo lugar frente a los Goblins en lo que respecta a asesinatos de Goblins. La violencia interna es una constante en sus tribus; las disputas por liderazgo, comida o simple irritación diaria aseguran que los goblins nunca vivan lo suficiente como para morir de viejos.
Este entorno caótico, sin embargo, tiene un efecto curioso: fomenta la astucia y las habilidades de supervivencia. Solo los goblins más estratégicos y despiadados logran prosperar en este círculo vicioso de violencia.
Aunque tengan el cerebro de una rata, hay que reconocer que son increíblemente hábiles para adaptarse. Aprenden rápido, lo que los convierte en una amenaza persistente. Cada vez que un grupo de aventureros aniquila a una horda, los goblins restantes toman nota. Hace apenas un año, ninguno sabía cómo manejar una pala, pero ahora no solo saben usar herramientas rudimentarias, sino que las emplean para crear trampas elaboradas capaces de convertir a un aventurero confiado en un trágico recuerdo.
Es esta capacidad de aprendizaje, sumada a su asombroso índice de reproducción, lo que hace que los goblins sean un problema casi imposible de erradicar.
Como mencioné antes, los goblins se organizan en tribus, grupos tan desordenados y caóticos como ellos mismos. Cada tribu está liderada por un "jefe", que, en teoría, es el más fuerte, astuto o peligroso de la horda. En la práctica, el liderazgo puede recaer en cualquier goblin que tenga el suficiente descaro para reclamar el puesto, como el idiota que logra robar una gallina o el que encuentra un casco oxidado y proclama ser "rey".
El liderazgo goblin no es, ni por asomo, absoluto. Estas criaturas son tan individualistas y desconfiadas que obedecen a regañadientes, a menos que se les imponga la autoridad mediante amenazas o violencia directa. Los líderes están constantemente siendo desafiados por otros miembros de la tribu, y deben demostrar su valía —o al menos su disposición a partir cabezas— para mantener el control. Este ciclo perpetuo de traiciones y revueltas asegura que ningún jefe goblin gobierne por mucho tiempo, pero también mantiene a la tribu en un estado de alerta constante.
Para mantenerse en el poder, los jefes goblin suelen recurrir a una mezcla de intimidación, promesas falsas y astucia. Algunos crean alianzas temporales con otros miembros poderosos, mientras que otros optan por rodearse de un pequeño séquito de goblins leales —o simplemente demasiado estúpidos para traicionarlos. Sin embargo, incluso los más estratégicos no están a salvo; un líder descuidado puede encontrarse apuñalado por la espalda (literalmente) si baja la guardia.
Curiosamente, en las raras ocasiones en que un jefe goblin logra mantener el poder durante un tiempo prolongado, la tribu puede volverse sorprendentemente organizada, lo que los convierte en una amenaza mucho más seria para las comunidades cercanas.
Como si no fuera suficiente que estas alimañas se extiendan como una plaga por los Cuatro Reinos, los Goblins poseen una peculiaridad biológica que los hace aún más aterradores. En su sangre corre la capacidad de 'evolucionar' tras enfrentar situaciones de gran estrés o peligro extremo. Este fenómeno, conocido como "el despertar".
Este proceso, que ocurre en una pequeñísima fracción de la población goblin, permite que el individuo experimente una transformación drástica, evolucionando en un Hob-goblin. Si un goblin promedio es una molestia, un Hob-goblin es una amenaza seria. Estas versiones mejoradas conservan los rasgos básicos del goblin, pero en una escala mucho más impresionante (y aterradora). Son más altos, frecuentemente superando la estatura de un humano promedio, y mucho más fuertes. Lo peor de todo es que su inteligencia también crece, convirtiéndolos en estrategas capaces y líderes naturales dentro de las tribus.
Aunque rara, esta evolución puede convertir rápidamente a una tribu caótica de Goblins en una fuerza organizada y peligrosa bajo el mando de un Hob-goblin. Para los Cuatro Reinos, esto representa un peligro menor, pero un solo Hob-goblin puede cambiar el curso de un conflicto, liderando hordas de goblins con una mezcla de fuerza bruta y astucia que los aventureros más experimentados harían bien en no subestimar.
Es importante señalar que el despertar no es un proceso deliberado; no puede ser forzado ni controlado por los goblins. Ocurre de manera impredecible, generalmente como resultado de enfrentamientos cercanos a la muerte, grandes traumas o situaciones donde el instinto de supervivencia se lleva al límite. Por eso, aunque los Hob-goblins son raros, su existencia es suficiente para mantener a los pueblos cercanos en constante alerta.
Dejaré los detalles específicos para más adelante, pero baste decir que cualquier aventurero que subestime a un Hob-goblin probablemente acabará lamentándolo… si es que siquiera tiene la suerte de sobrevivir.
Muy bien, esta es toda la información que he logrado recolectar de aventureros, vecinos y mis propias (desafortunadas) experiencias. Si algún goblin tiene la osadía de acercarse de nuevo a mis cultivos, puedo asegurar que encontrará su lugar… como espantapájaros improvisado. Al menos servirán para algo por una vez en sus miserables vidas.