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Chapter 2 - II Peones

Actualidad

 

 La lluvia estaba causándole un pequeño resfriado. De esos que te tapan la nariz con moco líquido. Ya había comenzado la época de lluvias, cosa que él disfrutaba. Sonará depresivo, amargo, emo y, o ridículo, pero la realidad era que el ruido de las gotas caer, para estamparse contra la acera de la calle, le daba paz. Pensó en eso, frente al lugar al que debía internarse. Un café bastante común en la ciudad.

 

 Entrando en este, un lugar agradable, lleno de personas tomando sus bebidas, algunos en citas, otros pasando el rato, dándose un gusto en la semana, Jayden se miró la mano derecha. Miró angustiado esa pieza en su dedo angular. Suspiró antes de disimuladamente quitarse el anillo de casado, para guardárselo en el bolsillo de la gabardina negra. Ese pequeño "Shot de nostalgia", que era como lo llamaba, era su manera de no perder los pies de la tierra. 

 

 Su trabajo como cazar recompensas era de esos trabajos tensos, que muchas veces te obligaban a tocar el límite de uno. Tener que mantener una fachada por horas, y en los peores casos, días, hacían que cualquiera tocase ese lado cruel que todos tenemos, pero queremos evitar. Jayden era un sujeto particularmente impulsivo cuando estaba bajo presión. Una debilidad para cualquiera que se mueva en ese lado gris de la ley. No era raro escuchar anécdotas de "Compañeros de trabajo", que perdían los estribos y le encajaban a las presas un tiro en la cabeza. Por eso mismo, él trataba de tener a Abigail en su mente. Sobre todo, para no perder el rumbo. No debía mancharse las manos de sangre. Si lo hacía, Abigail se sentiría bastante decepcionada de él. Ella sería incapaz de hacerle daño, incluso, al criminal más asqueroso. «Por ti amor». Pensaba mientras se acercaba a una mesa especifica.

 

 Mirando la televisión del local, el sujeto o presa, al cual llamaban Lester, barajeaba una carta de póker. No había razón. Estaba solo, y salvo que quisiese jugar al solitario, no tendía porqué hacer ese movimiento con los naipes. Asumió que era un modo de mantener los nervios a raya. Es difícil trabajar en ese ámbito sin que te mate el estrés. Jayden únicamente se acercó con cierta actitud de timidez, natural en él «Se inteligente chico, no temas» pensaba para si. Debía esconder su asco. Este sujeto, aparentemente, trabajaba en alguna especie de proyecto ilegal. Aún no le quedaba claro, pero al menos sabía que engañaba a sus víctimas para meterlas a una especie de… ¿Estafa piramidal? Quien le había dado los datos, solo le dijo cuanto le iba a pagar. «¿Por qué alguien que quiere justicia solo dice el dinero que va a pagar?» se preguntó cuándo el pucho estaba a mitad de camino de terminarse. Miró la colilla, para solo suspirar y apagarlo en el cenicero de la mesa del objetivo. A él le daban asco aquellas personas que, por medio de artimañas, hunden a otros inocentes, que no se daban cuenta de su error, el cual era confiar en el prójimo. Era la forma más rastrera de robar. «Maldito perro sarnoso» pensó él, tras sentarse en la mesa. Había analizado todo lo que estaba en su comportamiento corporal. Parecía fingir seguridad, así que lo mejor sería acercarse directamente.

 

 -Em... ¿Puedo ayudarte en algo? –Preguntó el sujeto amargado. Estaba molesto por la aparición del miope.

 Jayden sacó otro cigarrillo. Esta vez, uno falso, para poder estar más concentrado en el plan.

 -Estoy en búsqueda de trabajo.

 Lester miró a los costados, simplemente dijo:

 -No sé de qué hablas.

 -Je... -Jayden soltó una carcajada- Sabes de que hablo. –Insinuó.

 -Supongo que no niño.

 -Supongo que no estás entendiendo, que estoy realmente desesperado.

 -Eso no es mi problema. 

 Se lo veía incómodo. Jayden no tardó en notarlo. Por eso pasó al plan "B".

 -Escucha idiota. -Dijo desenfundando su pistola, apuntando a su estómago. No estaba cargada- Le debes dinero a mi empleador. Te tuvo demasiada paciencia, pero yo no la tendré. El tipo miró a los costados, y él automáticamente le presionó para que no hiciera nada estúpido-. Vas a decirme como conseguir lo que te pido.

 -Pero yo no tengo deudas con nadie. Yo... Yo soy muy precavido con eso. Creo que ha habido un er..

 -Pues no lo has sido lo suficiente. –Interrumpió- Y creme bien que no me equivoco con estás cosas.

 La 9mm estaba lentamente temblando. No esperaba tener que ponerse agresivo. Sabía que era una posibilidad, pero no le gustaba recargarse en eso. Aun así, sé que mantenía la cara seria.

 -Ah, a ver. Creo que entiendo que ocurre. -Dijo bajando las manos hacía la mesa. Jayden le hizo un gesto para que no lo haga- Escucha... Lo que tus jefes deben querer en realidad, es una comisión.

 -Más exactamente. Una prueba de tu mercancía.

 -Eh... Creo que no entendiste originalmente ¿Eh?

 Jayden bajó la cabeza.

 -Está bien... Solo, no hace falta que me apuntes...

 -No te hagas el vivo. Llévame a donde están, y nos aseguraremos de que vale la pena. ¿Está claro?

 -Claro. Supongo que tus jefes me darán la merecida protección.

 -Eso ya lo veremos. Si vale la pena, quizá lleguemos a un trato ¡Vamos!

Hace 10 años

 

 Los colegios eran feos, pero ese era el más feo que vio en su vida. Las paredes grafitiadas, algunas ventanas rotas. El barrio que la rodeaba era asqueroso, pero que irónicamente, combinaba excelente con el edificio. Había comenzado a llover para colmo. Igual, en esa ciudad siempre llovía durante toda la etapa de invierno. Solo esperaba que el techo no se lloviese. Al menos mucho. 

 

 Ajeno a eso, su nueva institución era más un castigo que otra cosa. Desde lo ocurrido, fue expulsado de la escuela anterior, y sus padres lo vieron excelente para que "Aprendiera un poco de respeto". Dejó de viajar solo diez minutos en colectivo, a treinta. De no tener miedo a que le pase algo, a tener que llevar la mochila por delante. A poder usar el teléfono en clase, a tener que ocultarlo a toda costa. No vaya a ser que te apuñalen para quitártelo. En general, el cambio era humillante. Qué situación patética.

 

 Con los audífonos puestos, Jayden comenzó a caminar hacia adentro. Lo único que escuchaba era su música de Lokin Park, o al menos, hasta que un encapuchado, chocó con él, y esta se cortó en inmediatamente eso ocurrió. Revisó sus bolsillos para darse cuenta de que, en efecto, le robaron el teléfono. Lo único que vio, fue una persona huyendo de él. «Me lleva» pensó, antes de ir a toda velocidad detrás del ladrón. Trató de atraparlo, pero no llegó lejos, porque no llegó a superar las tres calles. «Necesito hacer más ejercicio» se quejó. Así que simplemente, se resignó. Volviendo adentro de la institución con una sensación que mezclaba amargura, con humillación. Primer día, y ya llegaba tarde. Para colmo.

 

 Dentro del lugar, es decir, de la escuela, era realmente sorprendente, el mal estado de la institución. La gran cantidad de personas ahí, realmente estaban en situaciones jodidas. Que todo estaba sucio, pero parecía que la anarquía no rondaba los pasillos allí. Los maestros debían ser estrictos o bravos con los alumnos. Se veía de esa forma que allí estaban todos los "chicos problema" de la ciudad. O aquellos que no podían ir aun lugar mejor. O a la gente que estaba como él, "Castigada".

 

 Fuera de esos ámbitos, finalmente llegó a su nueva aula. Dentro, varios chicos, que cada uno parecía estar tanto, o más jodido que él. Aún no había llegado el maestro, lo que le dio una probada de la calidad de la educación allí. Tengamos en cuenta que llegó diez minutos tarde. Solo se sentó, furioso del hecho de que le habían robado el móvil. «Listo, este día queda en el top de los peores» Pero entonces, la suerte, o lo que sea, habían hecho que el mismo sujeto que le robó ese día, estaba entrando al aula en ese momento. Se vieron a los ojos, sabiendo que ahora la cosa se iba a joder.

 -¡Ey! -Gritó Jayden levantándose del asiento velozmente.

 -¡Mier...! -Gritó él volteando.

 

 Entre los pasillos, comenzó una persecución evidente entre ambos alumnos. «Ven aquí idiota» gritó. Jayden jamás corrió a esa velocidad. La ira acumulada le fue de combustible. El sujeto, es decir, el prófugo, no parecía estar molesto. Al contrario, parecía acostumbrado a estar en estos momentos. De hecho, su forma tan intuitiva de guiarse en el edificio, demostrado en como sabía que había a la vuelta de cada pasillo, sumado a la obvia seguridad de su correr, a diferencia del miope quien temía de dar pasos en falso, daban a entender lo obvio. Mezclemos sus lentes. Encima, solía derribar cosas para obstaculizarlo. Lo logró, pero su ingenio no era mayor a la bronca del pelinegro. A un par de pasos de él, le dio un tacle, derribándole. Estando encima del ladró, Jayden dijo.

 

 -A ver idiota, dame lo que es mi... -Un puñetazo le interrumpió, haciéndole caer al costado. Fue un golpe de realidad (No es el mejor juego de palabras) porque ahí se dio cuenta de que él no le llegaba ni a los talones a la hora de pelear.

 -¡Quítate! ¿Quién carajo te crees? -Respondió el otro, quien se levantó tambaleante debido al tacle que le dio.

 

 Jayden se retorció unos segundos en el suelo, pero no tardó en levantarse. Ahora estaban frente a frente.

 

 -Eres un maldito ladrón...

 -¡Y tu un marica blanco!

 -¿A sí? Mira como este marica blanco te rompe la maldita cara.

 

 Volteó el pie hacía atrás, para darse impulso, así tener la mayor fuerza en su puño, así tratar de romperle unos cuantos dientes. El otro, por su lado, se vio venir el golpe, por lo que lo esquivó. Ni lento ni perezoso, le agarró la cabeza, para intentar estampársela contra los casilleros. Otro golpe fuerte, pero le aumentó la ira aún más al de lentes. Tiró otros golpes, cada cual, con más fuerza, así que la mitad le dieron. Como mucho le comenzó a sangrar la nariz. Era una victoria. Al menos en comparación a la cara totalmente ensangrentada de quien había iniciado la pelea.

 

 -¿Eso es todo? -Preguntó, quitándose la sangre de la nariz.

 -¡Va a ser peor si no me devuelves mi celular ladrón de mierda!

 El ladrón bajó la mirada un momento.

 -Ven aquí blanquito.

 

 Ambos avanzaron hacía el otro. Se iban a arrancar las caras a golpes, sin ninguna vergüenza. Quizá ambos tenían cosas que resolver de antes, y ahora se desquitaban. Era la forma patética de liberarse, pero bueno, como si tuviesen alguna forma más allá de comportarse como animales. Pero, cuando sus puños estaban a unos centímetros del rostro del otro, una maestra les detuvo interponiéndose en medio de ellos. Y les llevó del brazo a la dirección para regañarlos.

 

 -¡Vaya vaya! -Gritó la maestra, mientras estaban sentados sosteniendo hielo en sus caras. -No me es raro ver al señor O'Neill en detención, sin embargo, es su primer día aquí señor Miller, ¡Y ya está en dirección! Debe ser un nuevo record. –Levantó la cabeza- Oh, espera. No, no lo es. –Continuó antes de mirarlo al miope. -Sabíamos que usted era un niño problema, pero esto es demasiado.

 -¡Él me robó el teléfono, y huyó cuando nos vimos!

 -¿Dónde?

 -En la entrada. Esta mañana.

 -Entonces… ¡Me da igual! Eso pasó afuera del aula, por ende, no es problema de la institución. Lo que, si lo es, agarrarse a los golpes dentro de los pasillos. Este no es el lugar para eso, y estamos bastante cansados de este tipo de dramas. Por eso, ambos están castigados. Limpiaran el pasillo donde se pelaron. ¿Está claro? -Concluyó la maestra, levantándose, yéndose de la dirección.

 -Genial, inútil. -Dijo el ladrón, mientras se levantaba, tomando el teléfono de Jayden, tirándoselo encima- ¿Feliz?

 

 Jayden permaneció en silencio, solo se levantó, yendo en dirección a su aula. Allí, se sentó junto a la ventana. Obviamente, estaba de mal humor, no quería hablar ni hacer nada. Naturalmente, él estaba sin ganas de hacer nada. Simplemente prestaba atención minina a la clase de historia. Alguna vez amó esta clase, pero ahora... Bueno, le traía malos recuerdos.

Actualidad

 

 Jayden se metió en un auto con Lester, quien se puso a manejar hacía donde estaba su "Negocio". Seguía tenso, obviamente. Si bajaba la guardia podría morir. Además de la confesión, necesitaba más pruebas. Aún tenía la pistola agarrada en su bolsillo, no pensaba dejarla en ningún momento. Le costaba creerse que estaba en estos momentos tan extraños. Con tal más tiempo pasaba, él más se sentía asustado. Sin embargo, debía mantener cierta tranquilidad frente al enemigo. Nervios, igual, derrota. Debía mantener seguridad. Nada de la daba esa sensación que sus cigarrillos. Sacó uno, lo prendió, para comenzar a inhalar humo, mientras esa voz comenzaba a hablar en su cabeza: «Fumar me molesta mucho. El humo me hace muy mal. Gracias a Dios ninguno de ustedes fuma». Recordó a Abigail decirle eso. Luego cerró los ojos un segundo, y mientras liberaba el humo, pensó. «Lo siento amor».

 

 -Bueno... ¿Todo bien? -Preguntó el chofer. El miope le miró un segundo, para luego volver a voltear hacia el frente- Vamos colega. Nos queda un viaje largo hasta los muelles. Al menos tengamos algo de dialogo. ¿Estás de acuerdo?

 

 Jayden consideró la posibilidad de que trate de dispararle por la espalda. Para ser lógico, si trataba de caerle lo mejor posible, quizá evitaba que le pegase un tiro. Suspiró, luego comenzó a hablar, mientras le ofrecía un cigarrillo.

 

 -Gracias. –Se lo pasó y tras ubicarlo, Jayden lo prendió.

 -Pues bien. Podría estar mejor, pero bien.

 -¿El negocio va bien?

 -Lo siento, pero mis empleadores no me dejan hablar de nuestro negocio.

 -Claro, lo entiendo. Igual, las cosas siempre están duras... Sobre todo, ahora.

 -¿A qué te refieres? –Preguntó interesado.

 -Con el nuevo mandato. Ya sabes.

 -Ah, cierto. -«Daniel Arthur es el nuevo alcalde, hay veces que lo olvido»-. ¿Por qué complica las cosas? No termino de entender eso. ¡Digo! Se lo pasan diciéndolo.

 -Y… Mientras que el cambio de mandato, trae sus cosas a nivel "Organización", porque uno no sabe qué medidas tomará en base interrumpir nuestros negocios. Pero la realidad es que este alcalde nuevo es... Duro.

 -¿Duro?

 -Sip. Eres nuevo en este mundo ¿No?

 -Solo soy un sicario. No me importa mucho estos ámbitos. Pero me da curiosidad.

 -Ja... Desearía tener tu inocencia... -«¿Eh?»- Este sujeto, desde que llegó estuve metiendo a muchos policías comprados a la cárcel, y los estuvo remplazando con algunos bastante peligrosos, que para colmo los están ubicando en los casos contra mafias, y los criminales. Para colmo, parece que van a poner a una nueva jefa de departamento en nuestro distrito. Una tal "River".

 -Si... La del caso "3 suits". La ubico de por allí.

 -Encima, como dije, Arthur es más peligroso de lo que creímos. Recientemente unos amigos de la mafia, fueron a "Hablar con él". Ya sabes, para que no se meta de más.

 -Claro, entiendo.

 -Pero los sujetos salieron aterrados de esa conversación.

 -¿Qué? ¿Por qué?

 -No hicieron mucho bochinche al respecto, pero me rumorearon que, aparentemente, él tenía información de ellos. Más privada de lo que alguna vez creyeron.

 -Demonios. Eso no es normal.

 -Si. Los tiene a todos aterrados. No se sabe lo que quiere, o lo que hará para conseguirlo. Pero nadie cree que sea corrupto como tal. Más bien, pareciese querer sacarnos provecho. –Comentó con cierto temblequeo- Pero no lo sé. Nosotros los "Free lancer", estamos contra las cuerdas. Si los peses gordos no tienen el valor de contratarnos, ¿Qué nos espera?

 -Esperemos que pongan a ese tipo en su lugar.

 -Si es la verdad. Casi llegamos.

Hace 10 años

 Barrer la gran cantidad de papeles en el suelo, no, no era entretenido, ni cómodo. ¿Cómo es posible de que tanta gente ensuciase un simple pasillo? Ya estaban llegando las 8 de la noche, pero seguían limpiando. Ambos no se dirigían la palabra. Se sentía la tensión en el aire, ninguno quería dirigirle la palabra al otro. Solo estaba con los audífonos escuchando música.

 

 La verdad, es que Jayden trataba de no frenar un segundo para pensar. Siempre que lo hacía, él se introducía en esos pensamientos que tanto le molestaban. Aún no asimilaba lo que ocurrió esa tarde, y lo que ocurrió como consecuencia de querer, naturalmente, defenderse. Aparentemente, cuando un chico es atacado de esa forma, está siendo un llorón. Que solo tuvo relaciones, y no debería quejarse. Pero, quería hacerse respetar, que no le faltaran al respeto, además de dar el ejemplo para otros en la misma que él… y bueno, así terminó. Su maestra se tomó el trabajo lentamente de arruinar su vida, hasta el punto de que lo expulsaron de su vieja escuela. Sus padres ahora lo menos preciaban más que nunca, por hacer público el asunto. Por no cerrar el hocico, o bancársela. Y él no dejaba de sentirse como una basura. Aún tenía las cicatrices en todo el cuerpo, pero las más visibles en todo momento eran las de sus muñecas. El solo verlas, le daban asco. En las noches solía recordar el aliento de ella chocarle el oído, o le ardía el pecho en la zona de los rasgúñanos. Había momentos donde tenía sensaciones peores. Tenía pesadillas siempre que recostaba su cabeza en la almohada. Llevaba semanas sin dormir bien. Quería que todo acabase, pero no tenía el valor para saltar de un puente. Al menos, no aún. Aunque el deseo no se iba de su cabeza.

 

 -Ey... Me llamo Jayden. –Trató de presentarse, así matar el silencio.

 -¿Qué me importa cómo te llames? Espero no volver a verte después de esto.

 -Entonces, no vuelvas a asaltar en frente de tu maldita escuela. ¡Eres el peor puto ladrón que vi en mi vida!

 -¡Cierra la boca, o te la parto!

 -¿Se supone que es una amenaza? Vienes, cometes un maldito crimen, logras quitarme las pertenencias, y encima, ¡Te ofendes cuando las cosas te salen mal! ¡Si robas, te abstienes a las consecuencias una vez te atrapen!

 -Tu maldito bendecido no tienes ni idea de lo que es vivir en mi situación.

 -Podes vivir comiendo mierda, que a mí no me va a importar. ¡Solo no te metas conmigo!

 -Estamos solos ahora, ¿Qué crees? ¿Qué ahora vas a poder zafarte de una paliza?

 -Lo mismo va para ti. -Le empujó.

 -¡Dale miope de porquería!

 

 Antes que uno de los dos le rompiese la cara al otro, un alumno pasó a su costado, así que ambos se separaron velozmente, fingiendo que estaban limpiando. Lo último que querían, era volver a ser castigados. En la separación de ambos, Jayden notó que el otro, estaba temblando. Sin llegar a decir nada, simplemente dijo.

 

 -Cuando terminemos… Sin importar las horas, iremos a las afueras del colegio. Al estacionamiento. Allí, acabaremos con esto. –Dijo Jayden.

 -Wow, tienes más huevos de lo que pensé.

 -No es cuestión de huevos. Es cuestión de ira. Una persona con huevos, no pelearía así.

 En un momento, Jayden volteó para ver que el otro simplemente permanecía en silencio.

 -Se necesitan huevos para vivir de verdad en este mundo. Tu eres un sujeto con suerte.

 -¿Eso crees? No tienes ni idea de lo que yo puedo llegar a pasar.

 -Tampoco me importa. En mi mundo, tienes que sobrevivir... -Apretó los puños.

 -De acuerdo. Veamos que tanto sabes sobrevivir entonces. No tendré piedad.

Actualidad

 

 Finalmente llegaron a los muelles. Hacía frio, mucho frio. En esa zona hacía un viento insoportable proveniente del océano. Pese a la gran cantidad de abrigos que tenía, incluyendo bufanda, guantes, etc. el frio atravesaba cualquier cosa que tratase de evitarlo. Su intento de no temblar era evidente, pero al menos no era el único. Claramente, Lester, que estaba en mejor forma, debido a que iba constantemente allí, también temblaba bastante. Juntos simplemente trataban de fingir esa seguridad que no tenían.

 

 Una vez dentro de los muelles, el calor comenzó a sentirse más. Pero el ambiente se puso excesivamente pesado. Algo de peligro se sentía. Como si lo acechasen, u observasen. «Tengo miedo», pensó para dentro de sí. Era muy evidente que tarde o temprano algo pasaría. Pero no iba a retirarse. Necesitaba conseguir su confesión y más pruebas para cargar su recompensa. El dinero cada vez le escaseaba más, pero también... Dentro de sí, estaba esa sensación de querer hacer lo correcto. Pese a los años, nunca se fue.

 

 Jayden, durante su adolescencia. Germinó la idea, de ayudar siempre a los demás. Primero en el m.v.j.j, luego su ayuda como psicólogo infantil, ahora como caza recompensas. Quizá pecaba de santo, pero tenía que ayudar. Aún estaba en su sangre. Sus valores eran intachables, aún seguían arraigados a su alma. Charly le enseñó a ser así. Cada día se levantaba para recordar sus palabras. Aquél lema que le enseñó. Que él y Abigail usaban como guía. "La gente podrá ser injusta. Pero con la bondad de uno, de apoco ensucia los engranajes de la maldad". Quizá sea algo un poco cursi. Sin embargo, era más que suficiente para poder motivarse a siempre ser la mejor versión de sí mismo. A esto, se le sumaba su búsqueda contra Dake. Su motivación para ser más fuerte. Quería justicia por todos sus amigos perecidos. En su cabeza, mantenía la idea de ser suficientemente "Bueno".

 

 -Llegamos. -Dijo el criminal, frente a un deposito.

 -¿Este es el lugar? -Preguntó el miope, mientras metía la mano en el bolsillo, para comenzar a grabar todo de forma disimulada. –Veamos que hay dentro.

 -Por su puesto.

 

 Entonces, una vez abrió el lugar, se aterró a la par que se asqueó profundamente. El lugar no solo estaba lleno de cosas robadas, como televisores, celulares por montones, dinero, etc. Era lo que se esperaba, pero lo otro era, que también había niños. No pasaban los quince años. Estaban en condiciones deplorables. Estaban muchos desnutridos, otros sangrando o con heridas graves. Algunos, que no podían ni levantarse trataban de moverse para pedir ayuda, o comida. Se arrastraban como animales en cautiverio. Estaban encerrados como tal. Él quiso vomitar. No podía creer que alguien tuviese la cara para hacer eso. 

 

 -Aquí lo tienes. La mercancía. Y de la buena. Aunque tenemos mejor.

 -Son... ¿Niños?

 -Son la mejor mano de obra. Los envías a robar, y vuelven con lo que sea. Manos pequeñas, más agiles. Como muchos viven en la calle, es el mejor lugar para ellos. Les damos una utilidad. Nosotros le damos valor. Y cómo ves, sirve. Al final del día, no estás aquí, porque tus empleadores quieren una porción... ¿O no?

 Antes de darse cuenta, Lester le estaba apuntando con un arma.

 

 -Mira, sé que no soy un sujeto muy listo. Pero me di cuenta rápido de que no eras especialmente buen actor. Menos con tu papel de ladrón al menos. Además, todos los cazas recompensas visten igual. ¿Dónde buscan cómo vestirse? ¿En el álbum de Bloodborne?

 -Pero ¿Para qué me trajiste aquí?

 -Para dar el ejemplo. Que ellos vean... que nadie vendrá a salvarlos de nada. Y mejor que no lo hagan. Porque ellos serán culpables de que tengan un tiro en la cabeza. -Hizo un gesto con el arma- Sígueme.

 

 De a poco, lo guio hacía el borde el muelle. Detrás de ellos dos, un tercero apareció con una cámara. Estaba grabando la ejecución. Se las iban a mostrar a los chicos luego. «Yo quería ser el ejemplo a seguir, pero esto es estúpido». El arma detrás de su nuca era bastante molesta. Sin embargo, no estaba nervioso. Algunos podrían llamarlo valiente, otro pendejo. Y seguro algún lector depresivo, obvio. Pero la realidad, es que ya había llamado ayuda. El video se mandaba directamente a la policía. Eso era prueba suficiente para que lo atrapen. Por eso, no tardaron en llegar unas patrullas de policía, que detuvieron a los criminales. Incluso cuando uno trató de tomarlo como rehén, él simplemente saltó al agua para que no lo tomen. Igual fue una idea de porquería, porque ahora, en pleno invierno estaba congelándose. Encima la gabardina le pesaba el doble. Al menos le dieron una toalla, y se fue a la comisaría, para poder cobrar la recompensa, y secarse un poco allí en vez de en las heladas calles, que da poco comenzaba a tener nieve.

 

 -Okey, eso fue anticlimático. -Dijo la encargada de las pagas acercándose detrás de él, quien paulatinamente dejaba de temblar.

 -¿Esperabas un tiroteo épico? Porque eso no pasa en la vida real.

 -¡Ja! Ojalá la vida fuese así de fácil. Un tiroteo como en las películas, y no tener que soportar la burocracia. –Soltó una carcajada.

 Él estaba preocupado, por eso, le miró y preguntó. 

 -¿Crees que logren meter a ese maldito en la cárcel?

 -Eso espero. Tenemos bastantes pruebas para ello. Pero sabes cómo funciona. Estos tienen contactos y todas esas porquerías. Aunque con la llegada con Arthur, eso está acabando.

 -Tu… ¿Confías en él?

 -¿En el alcalde?

 -Si.

 -Mhm…

 -La verdad. Si. Parece un tipo firme, pero útil. A ayudado a la policía. Nos quita a los corruptos. ¿Sabes lo importante que es eso? Uno les teme a esos hijos de perra, porque no sabes de que son capaces. Pero se deshizo de ellos de forma casi mágica. -Se recostó en la pared- Me parece bastante, un buen tipo.

 Jayden pensó unos segundos, y luego sonrió.

 

 -Entonces, con el apoyo de este tipo, Lester caerá. -Rio prendiéndose un cigarrillo- Pero... ¿Qué ocurrirá con esos niños?

 -¿Los ladrones?

 -¡Las victimas...! -Alzó la voz de forma impulsiva. Luego se sintió bastante incomodo con eso-. Son las víctimas ¿Está bien?

 -Okey, okey... No lo sé. No sé qué ocurrirá con ellos. Quizá los manden a servicios sociales.

 Jayden apretó el puño con fuerza.

 -Sé que no es lo mejor que hay. Sin embargo, es lo que podemos hacer. Al menos ahora. Se que tu... no eres de los que dejan las cosas así.

 -Es verdad... Pero bueno. Solo quiero mi dinero. Hay que llegar a fin de mes.

 -Seguro.

 -¡Zoe! -Gritó un oficial.

 -Voy yendo. -Volteó hacía él- Ten. -Le dio un sobre de dinero, antes de irse.

 

 Lo abrió por un segundo. Contó velozmente todo. No era mucho, pero bastante más que su sueldo de maestro. «Okey, no sé cómo sentirme al respecto con esto». Se lo guardó en el bolsillo, antes de voltear hacía la puerta, para irse. Pero en vez de irse a su departamento, tenía otros planes. Unos más... específicos. Se dirigió directamente hacía el "Virgen maría". Uno de esos edificios viejos. Tanto que los conocía desde niño. Una vez dentro, y tras contar el total de lo que había ganado, se metió dentro.

 

 Con solo poner un pie dentro, comenzaron a escucharse los gritos de varios niños, solapados por los de los adultos que trataban de mantener la paz, y orden. Él se llenó de nostalgia. Ese lugar se volvió un sitio al que iba seguido, durante sus épocas de trabajo en el m.v.j.j, y le agarró ese cariño innegable. A pesar de la imagen horrible de los orfanatos que veía en las películas, este lugar era bastante más dulce que lo que mucha gente esperaba. Los tutores eran personas amables, que eran seleccionados de entre los mejores que se postulaban. A la mínima que tratase mal a un inquilino se lo expulsaba. Siempre le daba paz saber que ese lugar estaba tranquilo y bien. Que era seguro para todos esos pequeños. Se dirigía directo a la sala de la directora. Marine, una monja con más años que mucha gente que él conocía, se trataba de una señora tan dulce como brava. Era de esos que jamás te iban a dejar pasar un error, más no por ello te guardaría rencor en un futuro. Era una de las personas en las que él más confiaba, y con razón. Hasta cierto punto, la consideraba como una de las fundadoras del movimiento que él tanto apoyaba.

 -¡Jayden! -Exclamó Mariane- ¡Que gusto verte! 

 Esta se le acercó para abrazarle, lo cual el aceptó.

 -Me alegro que las cosas sigan bien por aquí.

 -Y todo es gracias a ti querido.

 -¡Ja! Yo y otros donantes. -Él le dio un sobre de dinero.

 -Si tan solo hubiera otros donantes. -Dejó el dinero encima de la mesa- Lo que yo no entiendo, es porqué donas de forma anónima. ¿Sabes que todos te conocemos por aquí?

 -Si... pero la verdad es que yo prefiero que importe más el regalo, que quien lo hizo. Y simplemente quiero dar el dinero que merecen estas personas tan amables.

 Ella bajó la cabeza, contó un poco el monto, para luego mirarlo con cara de lastima.

 -Oye... Esto es...

 -¿Falta algo? Es lo de siempre. Pero como a veces no se ni contar, quizá me falte algo. –Soltó una carcajada.

 -Al contrario. Está todo perfectamente. Está igual que... Siempre.

 Él bajó la cabeza.

 -Nos estás dando el mismo dinero, de siempre. Ósea, el mismo que desde que estaba Abigail... -Hizo una pausa. Se levantó, se acercó a él despacio- ¿Cómo estás de dinero? ¿Llegas bien a fin de mes?

 -¡Si! Si lo hago. ¿Por qué no lo haría? ¿Por qué la pregunta?

 -Antes compartías finanzas. No sé si ganaban bien pero… Pero ahora...

 -Yo... Sigo donando porque puedo hacerlo ¿Si? Estoy bien.

 Mariane decidió no temer a preguntar:

 -¿Cómo estás llevando la muerte de Abigail?

 

 Él permaneció en silencio un segundo. De él solo salía el sonido de sus suspiros. Luego procedió a ver su mano derecha. Seguía con el anillo en el dedo. Esa pieza de oro, algo opaco. No muy caro. Pero muy especial. Lo poco que le quedaba de ella, hasta cierto punto. Lo único que quería conservar pese a todo. Le recordaba lo más tranquilo de su relación. Eso que ambos más apreciaban, que era ese momento de paz al final de cada día. La rutina semanal era es que más disfrutaban. Recostarse juntos en el sillón para ver la televisión, y darse mimos antes de dormir. En esos momentos, era donde más la extrañaba. Ahora en la soledad de ese cuarto, donde su único apoyo era el sonido de la estufa barata que tenía, de los vecinos haciendo cosas raras a las tres de la madrugada.

 

 -La extraño. Mucho. Pero aún necesito seguir adelante. -Se tocó el labio inferior velozmente.

 -Está bien. La verdad también la echamos mucho de menos. Era un ángel… Un ángel acido, pero buena persona.

 Dejó escapar una risa entre labios.

 -Creo que va siendo hora de que me vaya, Mariane. Me alegra saber que están bien las cosas por acá.

 -¡Ah! Casi me olvido. –Ella abrió un cajón.

 -¿De?

 -Te llegó una carta.

 -¿Para mí?

 -Créeme. Para todos fue raro.

 La tomó. Un sobre blanco. Sencillo. Pero con su nombre escrito en máquina de escribir. «Esto es raro» pensó velozmente. Luego volteó, para abrirla, y ver que lo único que había, era un número de teléfono.

Hace 10 años

 Estando mareado, escupió algo de sangre por la boca, y cayó desde su nariz.

 

 -¡Golpeas como niña! -Gritó el otro que también se tambaleaba con la cara herida, igual que él... pero menos que él, al final del día, Jayden no golpeaba muy bien tampoco.

 -Puedo decirte con seguridad. Las chicas pueden golpear fuerte si quieren.

 -¿Qué clase de comentario gay es ese?

 -No lo entenderías.

 Trató de levantase, pero antes de erguirse, su cabeza dio vueltas, mientras una sensación a una ebullición se coló en su mente. Como si esta burbujease similar al agua hirviendo. Cayó nuevamente. Tosió un poco, mientras el otro se le acercaba lentamente.

 -¿Te parece si lo dejamos por hoy? -Rogó Jayden.

 El otro estaba mirando a los costados. Soltó una carcajada, y respondió.

 -Si. Me parece bien. -Terminó cayendo hacía el suelo también, recostándose contra un auto estacionado por allí.

 Jayden se arrastró y se quedó sentado a su lado. Hubo un silencio bastante pronunciado. Lentamente, ambos comenzaron a reírse despacio. A ambos les dolía el cuerpo cuando lo hacían. Mucho. Debido a las obvias heridas que cargaban. Pero, liberar estrés era necesario.

 -Como... ¿Cómo habías dicho que te llamabas?

 -Jayden... ¿Me vas a decir tu cómo te llamas?

 El chico bajó la cabeza, para suspirar.

 -Connor. Connor O'Neill. –Soltó una risa, para alzar tanto la mirada como el dedo- Y sí, me llamo Connor por la película Terminator. Mi padre era fan de esa obra maestra.

 Jayden levantó los hombros.

 -La verdad, es que nunca miré ninguna de Terminator.

 -¡No! No me jodas.

 -Es cierto. Lo siento.

 -Je. Tienes que verla. Es un... Es un peliculón.

 -Si. No soy muy peliculero. Pero, si el tipo que me partió la cara dice que es una buena película, creo que le daré una oportunidad.

 Ambos rieron.

 -¿Sabes? Podemos verla algún día. Te invitaré unas cervezas y verás esa cosa.

 -Je... –Le miró- ¿Sabes? Si me gustaría.

 -A mí también. Cuando quieras.

 -Cuando tú quieras,

 -¡Oigan ustedes dos! -Gritó una voz a lo lejos.

 -Maldita sea. Llegó la enana brava.

 -¿Qué carajo?

 -Es la líder del centro de estudiantes. Una flaca que te acusa por todo.

 -Crees que…

 -Nos partimos la cara en el estacionamiento de la escuela ¿Tú que crees? ¡Vámonos de aquí!

 Ambos se levantaron, y a pesar de las heridas, se fueron corriendo. Sin conocerse del todo, ambos corrieron juntos, dispuestos a que no los atrapen. Y en la huida, pudo ver a esa chica de pelo morocho, y ojos oscuros. "Es bastante linda" pensó mientras huir.

Actualidad

 

 Llamó Jayden al número, una vez se fue del edificio. Estaba genuinamente intrigado, no sabía que podría pasar. Estaba alerta también mirando hacía los costados. No tardó mucho en atender. Pero no sintió respuesta. Todo lo contrario, sentía una respiración del otro lado. No una pesada como la de las películas de terror. Era una simple de un ser humano

 -¿Hola? -Preguntó- ¿Hola? -Reiteró, aún sin respuesta- Responde carajo- Nada, así que estaba por cortar la llamada, hasta que…

 -Jayden Miller… -Era una voz distorsionada, similar a la de un robot-. Al fin llamas, esperé más de lo necesario.

 -Supongo que estuve ocupado. Aunque tú tampoco atendiste muy rápido tampoco -Respondió mientras miraba hacía los costados.

 -Quería asegurarme de no tener la voz… Normal

 -Entonces, ¿Es al pedo si pregunto quién eres? Si tanto haces para que no se te descubra la identidad.

 -Un poco. Pero tu llámame Roxas. ¿Okey? Así nos comunicaremos

 Jayden soltó una pequeña risa.

 -Veo que te gusta lo carnavalesco. Pero yo soy un sujeto de mucha paciencia con estas cosas. No sé qué quieres, y la verdad, no sé si quiero saberlo.

 -Sí que quieres.

 -¿A sí? ¿Por qué?

 -Es una larga historia.

 -Resúmela.

 -Okey: Sé quién es Dake.

 Esa respuesta le dio un shock que le desestabilizó. Luego, tras tomar aire, continuó.

 -¿Sigues ahí?

 -¿Cómo puedo creerte? ¾Exigió.

 -Tendrás que hacerlo.

 -No, no voy a aceptarlo. Si no me das una prueba de que lo que dices es real, no pienso hacer nada. Porque sé que vas a pedirme algo.

 -Digamos que… Es algo que nos servirá a ambos. Tú, comprobarás mi información, a la par que atrapas a un criminal.

 -De qué hablas?

 -Ambos tenemos cuentas pendientes con él, así que debemos eliminarlo. Acabemos con él, juntos.

 -¡Ey! Baja un cambio. Ni si quiera sé de qué hablas.

 -Mañana en la noche, capturarás al criminal llamado "Samuel Desmond", y con él corroborarás quien es Dake.

-¡¿Pero quién es Dake?!

-Es Daniel Arthur. Dake es Daniel Arthur. El alcalde.

Se quedó helado.

-Él es quien asesinó a tus amigos y a tu esposa.