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Chapter 3 - Ciborgs parte 2.

—Regresa a tu casa niño, estamos hablando entre hombres — dijo el hombre elegante mientras se adelantó a separarlo de la vista del Ciborg. Se puso entre ellos y empujando a Ziraza quien apenas reaccionaba lo llevo entre los hombres. Estaba algo nervioso pero sabía que era lo correcto.

—no deberías jugar aquí, ¿Dónde están tus padres?— le preguntó a Ziraza mientras miraba a sus espaldas cuidando de que los Cirbogs no hicieran nada indebido. Él, a pesar de que era escoltado por ellos también temia a los híbridos.

—yo, vengo solo señor, soy representante de la tierras del sur— dijo Ziraza.

El hombre lo miró a los ojos deteniendo su caminar entre los demás hombres.

—No puede ser, un niño no ...—

—mi padre en realidad es el dueño de esas tierras pero no puede caminar largas distancias ni estar mucho tiempo de pie, por eso yo vengo a esta reunión y trabajo esas tierras — dijo Ziraza.

El hombre confundido miró a los demás, todos parecían conocerlo bien, no estaban molestos por la presencia de un niño.

Camino de regreso entre los hombres máquina sin decir ninguna otra palabra dejando a Ziraza en medio de los adultos.

—Bien, he, como he dicho, mi palabra se mantiene — dijo el hombre y después le dió la espalda a todos. El hombre partió junto a los Ciborgs. Los adultos estaban mirándose entre ellos y murmuraban maldiciones a los híbridos y a la capital. Finalmente Ziraza respiró hondo, los Ciborgs se habían hido por fin.

—imposible, no haya manera que al final de mes podamos cosechar esa cantidad si al menos no llueve cuatro veces al mes.— dijo Garfio quien se acercó a Ziraza.

—¿Cuántos costales llegaremos si no llueve?— preguntó Ziraza.

—al menos díez— contestó Garfio quien puso su mano sobre la cabeza de Ziraza. Se veía algo preocupado, Ziraza no lo había visto así, normalmente Garfio siempre es alegre y lanza chistes malos, pero ahora parece más callado y estresado.

—el pronóstico de esta semana es cielo despejado Ziza—

Las personas más allegadas a Ziraza lo llaman así, Ziza Inclsuo sus hermana lo llaman de esa manera algunas veces.

Garfio, al ser un camarada de guerra del padre de Ziraza le enseñaba en sus tiempos libres el arte de las armas, de todo tipo para toda las situaciones. Desde armas de plasma hasta espadas, ya que normalmente ahora ya no se usan las armas de fuego o de plasma, pues los avances en los escudos de energía permiten que el palsma desaparezca al tocar el campo de energía y las balas tradicionales se desintegren. Sin emabrgo una espada de plasma o energía podría atravezar aquel escudo si se hace de la manera correcta.

—¿Perderemos las tierras?— preguntó Ziraza.

—al menos una buena parte de ellas, lo cual la coocechas disminuye al igual que el dinero, poco a poco nos obligan a mudarnos a la capital — dijo Garfio llendo hacia su casa dejando a Ziraza solo.

De camino de vuelta, Ziraza pensaba en todo lo que había dicho el republicano de la capital. "un mes, Quinientos costales" eso es mucho. Normalmente se entrega entre cien o incluso un poco más o un poco menos dependiendo del clima y que tan bien se ha trabajado la tierra durante ese tiempo. Es imposible se miré como se miré, no hay manera que ningún cocechasor pueda alcanzar esa cifra en un mes, al menos no sin agua. La capital se niega a construir posos o un sistema de agua que sea desde la capital hacia los campos. Durante años se ha pedido un modo de regar aquellas tierras pero la capital se niega. Una vez el señor Frankie contó una historia a Ziraza.

Un día los hombres del pueblo se reunieron y trabajaron durante días construyendo una laguna, durante temporadas de lluvias se retenia el agua y la laguna se llenaba y con ella se hacían canales entre las tierras y aún en sequías se podía cosechar. Cuando la capital se enteró de lo que habían hecho mandó a una nave cazadora y diez Híbridos máquina bajaron destruyendo la laguna y las cocechas de ese mes. Desde ese día nadie intentó de nuevo crear otra laguna.

Ziraza no lo entendía, la capital necesita de esos pueblos agricultores, pero en todos lados es lo mismo, siempre lo decía su padre. Parece que obligan a la gente a ir a la capital a la fuerza pero ¿Porque? Sin cocecha no hay comida, solo comida artificial hecha por la capital la cual no es muy sabrosa, es cara y en alguna personas provocan enfermedades peligrosas.

En cambio la comida que se hace procesando las cocechas son más sanas, batatas y más ricas. Ziraza prefería mil veces un pan recién salido del horno que un pan registrado en una tienda y vendida en una bolsa cellada asegurando que es artesanal. Pero su sabor delata todo.

—¡Ziraza!— su hermana menor Clarises corría hacia él en el campo del señor Garfio como a media hora antes de llegar a casade Ziraza. El sol estaba en medio del cielo, las hermanas de Ziraza van a las tiendas cercanas y compran ingredientes para la comida de la tarde o simplemente salen a platicar con las demás mujeres.

—¡Clarises!— Ziraza se detuvo, aún preocupado por lo que se avessinaba, pero al verla feliz, risueña , con ese vestido blanco y sandalias sintió una emoción tan fuerte dentro de sí, era su deber proteger esa sonrisa, la de ella y la de los demás.

Clarises corrió hacia Ziraza colgándose de su cuello. Clarises tenía un año menos que Ziraza tenía Doce años.

—¡Hola!— dijo Ziraza soportando el peso de Clarises.

—¿Cómo te fue? Te estuvimos esperando — dijo Clarises.

—¿Me estuvieron esperando?—

—¡Ziza!—

La voz de Miralda sonó desde el fondo del camino. Observó y reconoció a Miralda la hermana mayor, a Alma y a Clara, todas con bolsas y cajas de mandado.

—¡Hola Ziraza! Cuéntanos cómo te fue —