Siempre que nos ahogamos deseamos tener un salvavidas, algo firme en lo que apoyarnos en estás turbulentas olas. La vida nos impone sin consideraciones, sin tener la mínima empatía por quienes simplemente carecen de soporte.
La vida es cruel, realista y se trata de adaptarnos a nuestro entorno como supervivencia.
Una luz en la oscuridad solo se consigue con pequeños intentos, con calma y paciencia para seguir adelante.