Chapter 18 - Capítulo 17.

Algo muy grave estaba ocurriendo, sentí dos fuertes temblores que azotaron de forma consecutiva al castillo, miré desde mi ventana lo que estaba ocurriendo afuera, y a la lejanía se veían densas estelas de humo en varios puntos del pueblo, varios edificios y casas se encontraban en ruinas, destruidos y quemados por una fuerza misteriosa que los golpeó sin previo aviso. Podía observar a pequeños grupos de gente, a escala muy pequeña, huir lo más rápido que pudieran de esa devastación, ya sea a pie o con sus carrozas, saliendo hacia el camino del Oeste con demasiada prisa y nerviosismo.

Los soldados se movilizaban por todos lados en el patio frontal del castillo, algunos subían a los torreones con varias armas de fuego y otros colocaban unas enormes vigas detrás de la puerta para mantenerla cerrada. Fue entonces que escuché el aviso de uno de los vigilantes de las torres e inmediatamente una enorme roca impactó contra ellos, haciéndolos caer súbitamente junto con los escombros desde casi 6 metros, quedando sepultados junto a otros tantos que estaban abajo. Los gritos de dolor de los afectados resonaron hasta donde yo estaba y me generaron un incesante miedo que sacudió mi corazón.

Me alejé del vidrio tan pronto vi la escena y salí de mi cuarto aprisa a buscar ayuda. Descendí sin mucha preocupación las escaleras de la torre y choqué con alguien que subía con la misma urgencia que yo.

Verónica: 『 ¡Alteza! 』

Lidia: 『 ¡¿Señora Aarden?! ¡¿Qué es−?!』

Verónica: 『 ¡Alteza, tenemos que irnos! 』

La señora Aarden había ido a buscarme en medio de la emergencia. Tomó mi mano con fuerza y me arrastró por los escalones. Le rogué que fuera un poco más despacio pero ella no bajó el ritmo hasta que otro temblor la hizo tambalear y la obligó a detenerse.

Lidia: 『 ¡Señora Aarden, ¿qué sucede allá afuera?! 』

Verónica: 『 Disculpe, Alteza, pero no puedo comentarle sobre eso. 』

Lidia: 『 ¡¿Por qué no?! 』

Verónica: 『 Es una orden del rey…, lo siento 』

Cuando escuché eso me enfadé mucho, aunque estuviéramos en medio de una crisis, no pude evitar pensar en lo frustrante que siempre es que te oculten secretos y más si es tu padre el que lo hace; y lo estaba haciendo otra vez. Ya estaba harta de vivir rodeada de engaños y secretos que, supuestamente, son para "resguardar mi integridad".

Por una vez quería que me explicasen las cosas como son, sin mentiras ni tapas que me oculten la verdad, sin que me dejen excluida de la realidad. Fue entonces que, por primera vez, tomé una postura diferente contra la señora Aarden, solté bruscamente su mano con un jaloneo y me detuve de golpe.

Verónica: 『 ¡A−Alteza, ¿qué está hacie−?! 』

Lidia: 『 ¡Dígamelo! 』

Verónica: 『 ¿Eh? 』

Lidia: 『 ¡No me moveré de aquí hasta que me diga lo que está pasando afuera! 』

Verónica: 『 ¡Pero−! 』

Lidia: 『 ¡¡No, estoy cansada de que sigan mintiéndome y que no me cuenten las cosas como son!! ¡¡Incluso a una muñeca se le cuentan secretos y también se le habla con sinceridad y cariño, pero a mí no me preguntan cómo me siento o si me gustó la cena, ni siquiera saben que sopa me gusta realmente!! ¡¡¡Así que, por una vez en mi vida, merezco que me traten diferente y me digan las cosas de frente!!! 』

Verónica: 『… 』

Primero Shun y ahora su madre, me sentía un poco mal por descargar mi cólera sobre ella, pero en verdad tenía que decirlo, tenía que hacer saber que no soy un simple juguete, soy un ser humano que también tiene sentimientos, que sufre, se enfada, habla y tiene pensamientos propios, que merece que le presten atención y que le hablen con sinceridad. Ya no era un mero "objeto" ni para el rey ni para nadie.

La señora Aarden se quedó sorprendida al ver mi actitud desafiante y terca, la miré sin parpadear y decidida a no moverme hasta que recibiera una explicación franca, ya fuese que nos estuviesen atacando o no. No dijo nada hasta que comprobó en mis ojos que iba en serio. Cambió su postura y su ceño, postrándose como lo hace con Shun y Max, con un tono más severo que cuando me habla comúnmente, mucho más duro, pero sin forzarlo, como si fuese una persona normal sin ningún estatus, como una madre con su hija.

Verónica: 『… Está bien… Te contaré lo que sucede una vez que salgamos de aquí, ¿de acuerdo? 』

Lidia: 『… De acuerdo. 』

Me extendió su mano con dicha promesa por cumplir. Me sentía un poco mejor en ese momento, como era yo misma realmente, sin más presiones y reprimendas, aunque con la incertidumbre de conocer la situación y varias otras dudas, pero con la seguridad de haber dado el primer paso, de que mi voz por fin fuera escuchada.

Estaba por agarrar la mano de la Sra. Aarden como señal de acuerdo de palabra con ella, sin embargo, mi brazo quedó pausado al percatarme de una extraña luz anaranjada que recubría nuestro costado y que se hacía más fuerte. Volteé hacia la ventana de la torre en donde estábamos y en un solo segundo todo se derrumbó.

Un quinto proyectil había impactado, con la diferencia de que este estaba envuelto en llamas y que golpeó la base de la torre del palacio. Todo se tambaleaba y nos costaba mantenernos en pie. Los ladrillos empezaron a caer y desmoronarse. La señora Aarden tomó de nuevo mi mano y corrimos como pudimos por las escaleras hasta llegar al tercer piso. No obstante, los escombros seguían cayendo hasta que la torre cedió por completo, desplomándose sobre el techo del nivel del palacio, haciendo que todo se viniera abajo y creara un agujero que llegaba hasta la planta baja y que se abría lentamente por los daños y el sobrepeso.

Terminamos siendo arrastradas y nos deslizábamos sin agarre alguno por el inclinado piso que nos llevaba directamente al socavón. Tratamos desesperadamente de sujetarnos de donde pudiéramos, solté en un momento la mano de la Sra. Aarden, pero logró recapturarme antes de que cayera, se sujetó lo más fuerte que pudo del borde del hoyo e intentó subirme, más sin efecto, los restos de la construcción seguían cayendo, miré un fragmento grande de piedra que se desprendió y cayó hacía nosotras.

 

Lidia: 『 ¡¡¡SRA. AARDEN, CUIDADO!!! 』

El trozo golpeó en el brazo de la Sra. Aarden y rompió la parte de suelo en la que se sujetaba. Caímos a un costado de la continuación del agujero en el segundo piso, fue una suerte que no llegáramos a las otras plantas de abajo. Aun así, estaba bastante adolorida por la bajada y mi cabeza resonaba un poco, en cambio, la Sra. Aarden se quejaba con mucho dolor, fui a auxiliarla de inmediato y halle su antebrazo izquierdo roto, el hueso estaba partido a la mitad y formaba un ángulo anormal que parecía el de una escuadra.

Lidia: 『 ¡Sra. Aarden, su brazo…! 』

Verónica: 『 No te preocupes por mí−¡¡MMMMGH!!... Debes salir de aquí… 』

Lidia: 『 ¡No me iré sin usted, aún me debe una explicación! 』

Mi mána curativo es muy simple y elemental, igual podía usarla sin un catalizador, aunque era mucho más difícil, tendría que abrir mi "primer puerta" y usar parte de mi propia energía vital para sanarla, pero primero debía acomodarle el brazo.

Lidia: 『 Esto le dolerá… A la cuenta de tres… 1…, 2…, ¡3! 』

("¡¡CRACK!!").

Verónica: 『 ¡¡¡AAAAAAAAH!!! 』

Logré devolverlo a su posición original y utilicé un poco más de mána para calmarle el dolor. Tome dos pedazos de madera de lo que se derrumbó y arranque un trozo de mi falda para inmovilizarle el brazo.

Lidia: 『 Ya está. Ahora *Esfuerzo* levantase… Saldremos por el jardín y buscaremos a Shun y Max. En cuanto encontremos un lugar seguro, contestará todas mis preguntas, sin excepción, ¿de acuerdo? 』

Verónica: 『 D−De acuerdo. 』

Hecho el tratamiento, había que avanzar y alejarnos de ahí, la ayudé a levantarse con mi hombro y caminamos por el corredor hacia el Oeste para posteriormente dar vuelta al Norte e ir al jardín. Era una gran diferencia entre la parte destruida del palacio y la que no fue azotada, todo seguía intacto y sin daño aparente.

Llegamos a otro pasillo y encontramos a todas las sirvientas aglomeradas en los ventanales que daban vista hacia el patio, presenciando a los soldados que se mantenían aguantando en la puerta de la entrada principal. Se mostraban completamente asustadas y preocupadas, una de ellas se percató de nuestra presencia y en consecuente las demás también, rodeándonos y alegrándose de nuestra llegada y que estuviésemos bien, resaltando nuestro estado lastimado y las heridas que teníamos. Las empleadas seguían pegándose a nosotras y preguntaban incesantemente a la Sra. Aarden un sinfín de cuestiones.

Verónica: 『 ¡Chicas, por favor, den espacio! 』

Sirvienta alterada: 『 Srta. Verónica, ¿qué es lo que está pasando y de dónde vienen esas rocas? Estamos muy preocupadas y no sabemos qué hacer. 』

Verónica: 『 Ok, escúchenme. Parece ser que el castillo está bajo ataque y es posible que en poco tiempo lleguen invasores acá. 』

Sirvientas: 『 ¡¿Invasores?!− ¡¿Van a saquear el castillo?!− ¡¿Estamos en guerra?!− ¡Entonces, el pueblo…! 』

Todas empezaban a especular entre sí, desesperadamente. Se pusieron aún más inquietas y asustadas que antes y es que no esperaban tal respuesta, ni ellas ni yo. Era difícil asimilar que esto estuviese pasando. La Sra. Aarden volvió a hacer uso de la palabra y con su autoridad como la cabeza de criadas del castillo se dirigió hacia ellas con un discurso para hacerles conservar la calma.

Verónica: 『 ¡¡Oigan, oigan, chicas, tranquilícense!! ¡De nada sirve asustarse ahora!... ¡Sé que esto les da mucho miedo, y no voy a mentir, a mí también! ¡Pero tienen que ser valientes o de lo contrario su esfuerzo y sacrificio habrá sido en vano! ¡Recuerden esto: somos mujeres que hemos trabajado con mucho empeño, mujeres que saben lo difícil que es barrer, trapear, lavar, coser, tener que cocinar tres veces al día, criar a nuestros hijos, ser madres e hijas que cuidan y mantienen a flote a sus familias, y todo esto al mismo tiempo que trabajamos más duro que nadie en nuestro empleo! ¡¿Y saben algo?! ¡Eso nos ha hecho valientes, porque muchas de nosotras tuvimos que enfrentarnos a lo desconocido, aprender sin la ayuda de nadie y valernos por sí mismas! ¡Y sí, puede que todas hayamos tenido miedo al principio, pero con el tiempo logramos superarnos y supimos salir adelante! ¡Y esta vez no será la excepción, saldremos de esta situación, todas juntas! ¡¿Están de acuerdo?! 』

Sirvientas: 『 ¡Es verdad!− ¡Tiene razón!− ¡Podemos hacerlo! 』

 

De la angustia a la incertidumbre, después a una breve calma que terminó en un optimismo incitado por esas efusivas palabras. Todas estaban completamente dispuestas y motivadas, incluyéndome. La Sra. Aarden logró levantarles el ánimo a las chicas y consiguió que todas estuviesen dispuestas a cooperar con ella.

Por un momento habíamos olvidado que una terrible contingencia se estaba llevando afuera, y como balde de agua fría, recibimos otra sacudida. De nuevo todas gritaron. Creí que viviríamos una secuela de lo que pasó hace unos minutos en la otra ala del palacio, pero solo se cayeron algunos jarrones y cuadros colgados. Una de las chicas se asomó por el ventanal y con una voz nerviosa avisó en dónde aterrizó el sexto proyectil.

Sirvienta estupefacta: 『 La puerta… ya no está. 』

Corroboramos la información y en efecto, la puerta fue derribada. Las enormes vigas de la puerta se despedazaron y estaban regadas por todos lados del patio. Grandes y gruesos cachos quedaron por encima de varios soldados que terminaron atrapados bajo ellas, mientras otros ayudaban a quitárselas de encima. Había mucha sangre en el suelo, varios hombres resultaron gravemente heridos y otros fueron aplastados por el impacto.

Y de repente, un batallón que venía de fuera empezó a retroceder por el hueco que había presente, reingresando al castillo y disparando constantemente sus carabinas y pistolas, recargando lo más rápido que podían tras cada tiro. Se replegaban más y más y más atrás, hasta que…

Cadete Marco: 『 ¡Mierda! ¡¡¡SAQUEN A LOS HERIDOS DE AQUÍ, DE PRISA…!!! 』

("¡¡¡BUM!!!").

Cadete Marco: 『¡¡¡PREPARENSE PARA CUERPO A CUERPO…!!! ¡¡¡AQUÍ VIENEN!!! ¡¡¡ESPADAS!!! 』

Soldado nervioso: 『 ¡¡¡ESPADAS!!! 』

Soldados del castillo: 『 ("¡¡SHUIIIN!!")… 』

Todos los soldados que podían estar en pie desenfundaron sus espadas, se formaron en horizontal frente a la extinta puerta y quedaron en espera dentro un tenso y escalofriante silencio que se vio ocupado por un ruido que incrementaba gradualmente. Se empezaron a escuchar fuertes pisadas y gritos enardecidos que cada vez estaban más cerca. La expectativa era cada vez más grande y atemorizante.

Soldados del castillo: 『… 』

Soldados invasores: 『… ¡¡¡AAAAOOOOOOOOOOH!!! 』

Como un relámpago, un gran número de hombres en armadura gris con detalles en rojo entraron por la gran abertura y ocuparon todo el espacio mientras chocaban sus espadas contra las de los soldados del castillo.

Las defensas se vieron ampliamente superadas en número, por más que hayan intentado perseverar al ataque, uno a uno fueron cayendo. Un mar de cuerpos y ríos carmesí inundaron el patio. Los soldados trataban desesperadamente de imponer resistencia al avance de la tropa enemiga que cada vez se hacía mayor, pero de nada sirvió.

Cadete Marco: 『 ¡¡¡RESISTAN!!! ¡¡¡DEBEMOS AGUANTAR TANTO COMO PODAMOS!!! ¡¡¡NO SE RINDA−AAAGH−!!! 』

Las grotescas imágenes de los soldados siendo atravesados por las espadas y pisoteados por los escarpes de los invasores recobró el terror sobre las sirvientas que miraban horrorizadas.

En cuanto acabaron con el pelotón, un puñado de ellos se aproximó a la entrada del palacio e intentaron abrirla con un enorme ariete, golpeándola una y otra vez. Abajo, en la planta principal, se oían los gritos exasperados de los guardias reales y de un grupo de más soldados que resguardaban el edificio, apoyados en la puerta para procurar mantenerla sellada, aguantando las tremendas sacudidas que venían del otro lado; escudos, muebles, mesas, cajas, usaron cualquier cosa que encontraron para formar una barricada y evitar que entrasen.

Ninguno de los dos lados se rendía, seguían empujando para conseguir su causa. No obstante, al más mínimo error apareció la primera oportunidad. El ariete derribó la montaña de objetos y abrió la entrada al palacio, dándoles acceso a los soldados grises.

El vestíbulo principal se convirtió en un campo de guerra donde espadas, lanzas y bayonetas se encontraban unas con otras, metal contra metal, haciendo eco hasta donde estábamos. La sangre combinada de los guerreros de ambos bandos manchaba las paredes del lugar, los cuerpos seguían cayendo y eran sustituidos por los refuerzos que llegaban en direcciones opuestas.

Fuertes pisadas subían por las escaleras de los pisos inferiores, lo que significaba que estaban mucho más cerca de nosotras. La Sra. Aarden lo sabía y decidió actuar de inmediato.

Verónica: 『 ¡Todas, síganme! ¡¡Rápido!! 』

La contienda imposibilitó nuestra opción de escape por el jardín, ya no podíamos usar ninguna de las salidas del palacio en ninguna dirección, así que no tenía idea de a dónde estábamos yendo; íbamos a ciegas siguiendo a la Sra. Aarden, confiando en que nos sacaría de ese lugar ante el sonido del trote de los invasores que cada vez estaban más próximos.

Fuimos de un lado a otro, recorriendo casi todos los pasillos y doblando en tantas esquinas posibles, era como si anduviéramos por un laberinto interminable sin salida alguna. Entre más zigzagueábamos, más nos alejábamos de las voces que ya se escuchaban en ese preciso nivel. Sin embargo, más confundidas estábamos las criadas y yo, me desorienté por completo y ya no comprendía lo que planeaba la Sra. Aarden.

Lidia: 『 ¡Sra. Aarden, ¿a dónde vamos?! 』

Verónica: 『 ¡A la biblioteca! ¡Acabo de recordar que hay algo importante ahí! 』

Lidia: 『 ¡¿La biblioteca?! ¡¿P−Pero entonces cómo saldremos?! 』

Verónica: 『 ¡No te preocupes, confía en mí! 』

En vez de ir al Norte del palacio, nos desviamos hacia el Occidente para llegar a la recámara más grande del piso, repleta de altos estantes rellenos de libros y enciclopedias gordas, un par de mesas largas, un escritorio con cajoneras ocupadas con botecillos de tinta y plumas, y una extraña chimenea que desentonaba con el lugar. La Sra. Aarden abrió la puerta con su brazo sano y entramos en fila para ocultarnos. 

Lidia: 『 Sra. Aarden, no podremos escondernos por mucho tiempo aquí, tenemos que encontrar una salida. 』

Verónica: 『 Descuida, aún nos queda un camino. Jessica, ¿puedes ayudarme aquí? 』

Jessica: 『 A−Ah, Claro. 』

La Sra. Aarden se acercó al escritorio y sacó una lámpara de queroseno y fósforos que se escondían en el fondo del último cajón del mueble. Agitó levemente el quinqué y la cajetilla para comprobar si tenían combustible y cerillas, respectivamente. Le pidió ayuda a Jessica, una de las criadas más jóvenes del grupo, para prender el mechero y sujetar el artefacto encendido.

Después se aproximó a esa anormal chimenea. Si uno lo piensa detenidamente, era ilógico que eso fuera colocado ahí por cuestiones de diseño cuando se sabe que el enemigo natural de los libros es el fuego. Era incoherente que dicho peligro estuviese tan cerca de un lugar donde abunda tanto papel. Yo jamás he visto que se haya ocupado en alguna ocasión. Entonces, ¿para qué tener ese conducto dentro de una habitación que es tan delicada al calor?

Jaló uno de los atizadores que reposaban por encima de la chimenea, exactamente igual que una palanca, y la pared se empezó a mover hacia lo profundo de la construcción. Por dentro apareció un hueco estrecho, como si se tratase de un callejón.

Verónica: 『 Todas, entren. No les pasará nada. 』

Con mucha duda, ingresamos al misterioso pasaje oculto. Estaba muy oscuro y profundo para ver lo que había adelante, solo se reconocían las paredes toscas y los escalones que bajaban a un abismo antinatural y desconocido.

Verónica: 『 Eva, baja esa palanca de ahí, por favor. 』

Eva: 『 ¿E−Esta…? 』

Eva, la hermana de Jessica, bajó una palanca interna y la chimenea volvió a su posición original, cerrando la entrada y oscureciendo aún más el camino, la única luz que había era la de la lámpara que sostenía la criada que era dirigida por la Sra. Aarden. Como un grupo de polillas, seguíamos a ambas por el andador oculto que parecía que se hacía cada vez más ajustado.

Lidia: 『 Sra. Aarden, ¿qué es este lugar? 』

Verónica: 『 Un túnel de escape. El rey lo diseñó para ti y tu madre en caso de que tuvieran que huir del castillo. Me encomendó que las guiara a él, en un caso de emergencia como este. Menos mal que pude recordarlo. 』

Lidia: 『 ¿Mi madre y yo…? ¡Por cierto, ¿sabe qué sucedió con ella… y con mi padre?! 』

Verónica: 『 A su padre solo lo vi cuando me dio la orden inmediata de buscarla, parecía un poco apurado y después no sé a dónde se dirigió… En cuanto a su madre… 』

Desapareció. La Sra. Aarden también indagó su paradero dentro del castillo antes del segundo impacto que recibió la muralla, pero no tuvo suerte en hallarla, parecía que se había esfumado de repente y sin dejar rastro. Siendo una mujer muy atolondrada y distraída, me preocupaba que hubiera entrado en crisis por este asunto y que estuviese sola sin saber qué hacer, de seguro estaría petrificada del miedo.

Bajábamos por esas escaleras tan pequeñas que figuraban no tener fin. Caminamos recto entre muros muy bien encementados por varios metros hasta que se vislumbró una pálida luz; llegamos a un punto donde eran sustituidas por paredes terrosas e irregulares, era como si hubiésemos entrado al túnel de un tálpido, con una gran fila de antorchas que se extendían por todo lo largo de él. 

El recorrido se hacía ligeramente sinuoso por la topografía del suelo. Caminamos, caminamos y caminamos hasta que nos topamos con otro obstáculo: una enorme cantidad de piedras y ladrillos bloqueaban el paso, parecía ser que estábamos en el punto bajo donde la torre del ala Este colapsó. 

Jessica: 『 Está bloqueado… ¿Ahora que hacemos, Srta. Verónica? 』

Verónica: 『 No estoy segura, no conozco muy bien este túnel… 』

Marta: 『 E−Este, Srta. Verónica. C−Creo que aquí hay un camino. 』

La más tímida de las hermanas Jakob, Marta, pareció encontrar una abertura en la pared del corredor en el que se podía ver un camino alterno, con más antorchas, que (creo) llevaba hacia el Norte. La entrada era demasiado angosta, apenas y cabía una persona con esfuerzo. Sin otra opción mejor, pasamos de una en una por el ceñido orificio y proseguimos nuestro avance hacia puerto desconocido.

Vagamos por muchos más metros en una misma dirección. Algunas de las mucamas ya empezaban a quejarse del cansancio sobre sus pies. Parecía que nos quedaríamos eternamente rondando bajo tierra sin hallar salida. Por fortuna, el panorama cambió de nuevo, acertamos con otras escaleras que nos podrían llevar a la superficie y tal vez al exterior del castillo, o así asimilaba ser.

Todas queríamos salir de una vez por todas de la terrosa y aislada vía que nos ponía en constante desesperación. Ascendimos por la escalinata espiral que se hacía más ancha a mayor altura. Volteé por curiosidad hacia abajo y el vértigo me advirtió de lo peligroso que se hacía la subida, adicionado al hecho de que no había pasamanos. Parecía ser que subimos los mismos cuatro niveles que tiene el palacio, realmente no tuvimos idea de lo profundo que estuvimos durante buen rato. 

Jessica atinó con el final de la escalerilla y con una reja de metal oxidada entreabierta. Al abrirla no hubo mucha diferencia, largos y gruesos barrotes de acero herrumbroso que cubrían lúgubres y vacíos espacios; repletos de garabatos inentendibles, tapizados con extrañas manchas marrones secas y poblados por fragmentos blanquizcos recubiertos de inmensas pelusas y mugre (estoy segura de que esos no eran pedazos de cal gastados); todos alineados en un pasillo corto.

Lidia: 『 S−Sra. Aarden, ¿esto es…? 』

No había duda, estábamos en el calabozo. Entramos sin querer en la zona militar del castillo. O séase que, aún no habíamos escapado, nos encontrábamos en una de las orillas del enorme complejo, cerca del muro perimetral y muy cerca de salir de esta pesadilla que se prolongaba demasiado con la infortunada intrusión al macabro lugar.

Verónica: 『 Hay que seguir subiendo. 』

Lidia: 『 ¡E−Espere un momento! Estamos en la zona militar y puede que sea muy peligroso aun si salimos por aquí. 』

Verónica: 『 Estoy consciente de ello, pero no tenemos más opción que− 』

"¡¡CRASH!!", en el fondo de la galería se oyó el sonido cristalino de un objeto romperse. Las chicas se asustaron y la Sra. Aarden chitó para callarlas. Avanzamos con cautela hasta encontrarnos con una puerta de madera, algo sucia y desgastada, que desentonaba con las tétricas cámaras. Nuevamente, la Señora Aarden pidió silencio y, con mucha calma, giró la perilla y abrió la puerta con un toque muy cauto.

Todas las demás mucamas se quedaron a esperas en el marco de la puerta, dando un vistazo desde lejos mientras nosotras dos revisábamos la habitación. Un librero completo con cuadernos de registro, un soporte múltiple para armas vacío, un par de retratos viejos y polvorientos, y una vela encendida sobre un pequeño escritorio sin barnizar con su respectiva silla hecha de la misma madera, era todo lo que había en esa pequeña recámara que parecía ser la oficina del alcaide de la prisión.

El espacio estaba muy vacío, esperaba ver algo mucho más desordenado, sin embargo, todo estaba en regla, excepto por unos pedazos de vidrio que vi debajo de la silla, todos manchados con una sustancia de color negro. Agaché para revisar de más cerca qué era eso, hallé una pluma que flotaba encima del líquido semiespeso, lo que significaba que era un tintero lo que había caído, pero… cómo. Probablemente se haya movido por los temblores del ataque, no obstante, era muy extraño que cayera hasta que, coincidentemente, llegamos a este lugar.

Inesperadamente, sentí la mirada de una sombra que yacía debajo del escritorio y que me apuntaba con uno de esos pedazos. Extendió un brazo y lo agitó desesperadamente en múltiples ocasiones, gritando sin descanso: 『 ¡¡NO, ALEJATE!! 』Por poco y la punta pincha mi ojo derecho, por fortuna pude reaccionar a tiempo para empujar mi cuerpo hacia atrás, cayendo de sentón y manchándome de tinta.

La Sra. Aarden me auxilió a retirarme de la tabla y tomó la vela para iluminar el espacio de donde salió esa extremidad que se seguía sacudiendo para resguardar el cuerpo del que provenía. La voz agitada que recalcaba el aviso de no aproximarnos me resultó familiar. Cambié la vela con la Sra. Aarden y volví a agacharme (ahora a la distancia) para mirar claramente de quién se trataba. 

Una mujer agazapada que llevaba puesto un vestido vinotinto y un collar de perlas se escondía de la luz como si fuera un vampiro, cubriendo su asustado rostro y su tembloroso cuerpo, permaneciendo en ese pequeño espacio sin tener la intención de mostrarse. Solo había una persona tan temerosa que usaría esa ropa fina y accesorios en todo el reino.

Lida: 『 ¡¿Madre?! 』

Reina Mireia: 『 ¿Ah…? ¿Lidia? ¿Eres tú? 』

Lidia: 『 ¡¿Qué estás haciendo aq−?! 』

Reina Mireia: 『 ¡¡Oh, Lidia, eres tú!! ¡¡De verdad eres tú!! ¡Perdón por eso, de verdad perdón! ¡Tenía mucho miedo, lo siento! 』

No pensé encontrarme con mi madre en ese preciso lugar. Dejó de lado ese peligroso trozo afilado y se echó contra mí para abrazarme. Sentía como si un rompenueces me estrujara. Se aferraba incesantemente a mí y no me daba espacio alguno para por lo menos corresponderle.

Lidia: 『 M−Madre, espera un poco. Me aprietas demasiado. 』

Reina Mireia: 『 Discúlpame, pero no puedo evitarlo. Tu padre me impidió ir a buscarte, así que estaba muy preocupada por ti. 』

Lidia: 『 Espera, ¿me estabas buscando? 』

Reina Mireia: 『 Quise hacerlo, pero no pude. Tu padre dijo que no me preocupara por ti y me ordenó venir a este lugar. Por favor, perdóname por no haber hecho nada. 』

Lidia: 『 E−Está bien, madre, pero, por favor, ¡tranquilízate! 』

Las chicas hablaban con sosiego al enterarse de que la reina estaba presente y a salvo, deshaciéndose un poco de su agitación que produjo el impacto previo.

Reina Mireia: 『 ¿V−Vienen con alguien más? 』

Verónica: 『 Sí, Señora, con todas las sirvientas del palacio. 』

Reina Mireia: 『 Ya veo. Me alegra ver que todas estén bien. 』

La Sra. Aarden le preguntó cómo fue que había llegado hasta la recámara y en dónde se encontraba el rey, a lo que ella respondió: 

Reina Mireia: 『 Él me trajo aquí. Antes del primer temblor, se le veía apurado y me dijo que debía de irme del castillo. No entendía por qué hasta que el primer temblor azotó al castillo. Entonces me llevó a su estudio, abrió un pasaje que se escondía tras su librero y me ordenó que me fuera. 』

Lidia: 『 ¿O sea que te dejó sola? 』

Reina Mireia: 『 *Denegar* Al principio me instruyó por cuál camino debía seguir, pero mientras estuve allá abajo, los temblores seguían sacudiendo y derrumbaron parte de la ruta, bloqueándola por completo. En ese momento no sabía qué hacer ni por dónde ir, hasta que tu padre volvió a aparecer junto con el Sr. Ruffus y el Sr. Rask. 』

Lidia: 『 ¿El Sr. Ruffus? 』

Verónica: 『 ¿Luvric también? Pero se supone que es líder de pelotón, ¿qué hacía él acompañando al rey? 』

Reina Mireia: 『 No lo sé. En cuanto me hallaron y vieron el estado del pasaje, él decidió entonces que los acompañara hasta acá y me dijo que lo esperara aquí hasta que volviera. Pero es tan silencioso este lugar que puedo escuchar los gritos de los soldados diciendo que nos estaban invadiendo y que en cualquier momento llegarían hasta aquí. Me empecé a preocupar mucho y poco después oí una reja abriéndose, creí que alguien malvado había entrado y tiré por accidente el tintero. Me asusté demasiado y me terminé escondiendo en el escritorio. Menos mal que eran ustedes. ¡No saben cuánto me alegra verlas! 』

Tal vez yo no era tan buena como Shun en este tema de los misterios y acertijos sin resolver, sin embargo, sí podía comprender las intenciones de mi padre. Él ya tenía prevista esta situación y por eso no se preocupó por mi seguridad, cuando en realidad estuve a punto de ser aplastada por un enorme proyectil incendiado, puesto que ya tenía predicho que la Sra. Aarden me evacuaría del castillo.

Aun así, creo que su plan cambió de forma inesperada sin que se diera cuenta. Mi madre estuvo sola por un buen rato con la ansiedad de que el enemigo la encontrara en cualquier momento, y por un azar del destino fuimos nosotras quienes la hallamos cuando, seguramente, no debió de ser así.

Verónica: 『 Mi señora. Creo que sabe que el lugar no es seguro, así que debemos apresurarnos antes de que− 』

"¡¡PUM!!", otro fuerte temblor sacudió la tierra y derribó los libros del estante y las pinturas del cuarto. Las sirvientas gritaron una ocasión más y algunas cayeron como fichas de dominó al suelo. El impacto se sintió aún más fuerte que las ocasiones anteriores.

Tras el aviso, la Sra. Aarden fue al grano y consultó con mi madre por una vía de escape o si conocía algún otro camino. Comentó que, en las afueras del edificio, le parecía haber visto un pequeño punto de control por donde ingresaban a los prisioneros nuevos. No obstante, para llegar ahí teníamos que salir a la superficie y quién sabe con qué nos encontraríamos allá arriba.

Ya no había mucho tiempo, el techo terroso de la caverna se desmoronaba lentamente sobre nosotras y podía caer en cualquier momento que se lanzara otro proyectil hacía el castillo. No quisimos correr el riesgo permaneciendo más tiempo ahí, así que nos dispusimos a escapar como fuera; subimos rápido por las escaleras, atravesando un par de galerías más y recalando en la planta principal de la prisión, dónde ya había un poco de luz del sol.

Ahora seguíamos a la reina que descifraba en su mente por dónde fue que había visto esa salida. Salimos del edificio por la parte de atrás y sobre el muro perimetral estaba una puerta ancha y alta de acero sólido, escondida al fondo de un callejón y debajo de la imponente torre de vigilancia de la cárcel. No había picaporte, manija, botón o palanca alguna en ella, era un lienzo en blanco que no tenía indicio alguno de cómo abrirlo.

Verónica: 『 ¿Sabe cómo abrirla? 』

Reina Mireia: 『 Parece ser que es con un comando. 』

Verónica: 『 ¿Con mána? 』

Reina Mireia: 『 Así es, pero creo que solo los que tienen autorización la pueden abrir. En verdad lo siento, pero es todo lo que sé. 』

Al ver la puerta me imaginé que podía tratar de eso. Códigos y autorizaciones; era todo lo que se requiere para invocar un comando, lo aprendí en mis clases privadas que tanto me disgustaban hasta cierto punto, pero me sirvieron para interesarme en ello y tomarle mayor seriedad.

En realidad, era algo más simple de lo que parecía, no era más que una caja fuerte implantada con el mána de una persona que determinaba de antemano quienes podían abrirla. La cuestión era saber quién conjugó sobre ella. Generalmente, aquellos que vienen de la misma línea de sangre son quienes pueden usarlas, aunque a veces hay excepciones.

Desconocía si mi padre era capaz de manipular mána, probé entonces para comprobarlo. Toqué la fría lámina y un círculo de protección apareció sobre mis cinco dedos. Intuitivamente, gire la muñeca a mi izquierda para rotar dicho pictograma hasta que el sonido de una cerradura pesada abriéndose resonó. La puerta se deslizó dentro del muro y dio paso a la salida que tanto necesitábamos.

Jessica: 『 ¡Princesa, es increíble! 』

Lidia: 『 ¿Eh? 』

Las mucamas hacían alabanza de mi descubrimiento, desbordándose en halagos que creí no merecer. Me denominaban como la chica más lista del castillo, pero dicho nombramiento no era válido para alguien como yo que recibió una educación tutorada únicamente por su estatus social.

Lidia: 『 Lo siento, pero… creo me sobreestiman… En todo caso, démonos prisa. 』

En hileras desordenadas, el grupo empezó a salir del castillo, comenzando por la reina que era seguida por sus súbditas, mientras la Sra. Aarden y yo nos manteníamos al costado del pasaje. Una vez que todas estaban fuera, era nuestro turno. 

Lidia: 『 ¡Vamos!... ¡¡KYAAAH!! 』

Soldado invasor: 『 ¡Oh, vaya! 』

Verónica: 『 ¡Lidia! 』

Soldado invasor: 『 ¿Va a algún lado, señorita? 』

Justo cuando éramos las últimas en partir, un fuerte jalón del cuello de mi vestido me impidió avanzar y sentí el incesante agarre de unos brazos metálicos que me aprisionaban. Era uno de esos soldados que vimos ingresar por la entrada principal del castillo, alto y vestido con su dura armadura gris con detalles rojos y con la cabeza cubierta por un yelmo puntiagudo de cola corta.

Soldado invasor: 『 ¡Uooh!, está muy inquieta. ¿Será que la asusté? ¡Ja, ja!, no se preocupe, le aseguro que usted y yo pasaremos un buen rato. 』

Verónica: 『 ¡¡Suéltela!! 』

Intentaba zafarme entre tirones y pataleos, pero el hombre metálico era tan fuerte que me levantaba del suelo. No lograba escaparme de su fuerte apretón. La Sra. Aarden mangoneó contra él con su brazo bueno, intentando aflojarlo de mí. Al soldado poco le molestó y como una pluma la empujó hacia el suelo.

Soldado invasor: 『 En serio, las mujeres de aquí son lindas pero muy molestas. Creo que tendré que enseñarles un poco de disciplina. 』

Me oprimió con mucha más fuerza, esta vez con un solo brazo. Sacó la espada que cargaba en su cintura y se acercó a la Sra. Aarden, quien se postraba adolorida en el piso. 

El tiempo se volvió lento, alzó su espada al cielo y sin dudarlo, la impulsó hacia abajo contra la pobre mujer que nada podía hacer. Mi mirada quedó fija en esa escena, por más que quería cerrar los ojos, el miedo me dejó aturdida.

Un chorro de sangre se dispersó por el aire y en mis pupilas se reflejó un oscuro color carmesí. Jamás pensé que vería una imagen tan grotesca y escalofriante en mi vida, ni mucho menos, que viniese de un ser cercano a mí. Sin dudas, fue el momento más traumático de mi vida.