Gav se alejó del cuerpo de Zeke, esperando que algo sucediera pronto. Pero el altar permaneció en silencio. Aun así, Gav observaba atentamente, esperando alguna señal, alguna indicación de que su fe en el plan de Zeke estaba justificada.
Los minutos pasaban, cada uno sintiéndose como una eternidad. El cuerpo de Gav se volvía más rígido, la impaciencia lo invadía, haciendo que su oscuridad se filtrara. Intentó contenerse, cerrar su oscuridad y empujarla de vuelta al fondo de su ser. Pero cuanto más esperaba y nada sucedía, sentía que estaba a punto de estallar.
Sus puños estaban tan apretados que sus nudillos se volvieron blancos. La emoción desenfrenada hervía dentro de él nuevamente. Destrucción. Masacre. Derramamiento de sangre. Quería...