"A través de las sombras de la entrada del Bosque Negro, Kyle se deslizó con gracia. Llevaba un aura de oscuridad que parecía fusionarse con el ambiente del bosque. Sus pasos, aunque ligeros, enviaban ondas a través del grueso tapete de hojas caídas y ramitas.
El vampiro masculino avanzó cuando de repente, una luz brillante iluminó la oscuridad. No era el brillo frío y remoto de la luna, sino una luminancia cálida y radiante que parecía fuera de lugar en un lugar tan oscuro. Desde su centro, se formó una silueta. Era ella —Lilith, la reina de las brujas. Su vestido parecía brillar y bailar con cada parpadeo de la luz a su alrededor.
Kyle mostró de inmediato anhelo y cariño al poner sus ojos en ella. La miró como un amante miraría a su amada.
Pero la actitud de la reina de las brujas permaneció tan inamovible como una estatua de piedra, sus ojos fijos en los suyos, fríos e intensos. Solo su cabello se movía, danzando con gracia en la brisa sutil.