"La mano de Alicia tembló levemente cuando sus yemas de los dedos estaban a punto de hacer contacto con el rostro de Zeke. Se detuvo, sus labios se abrían y cerraban, incapaz de encontrar las palabras para articular las abrumadoras emociones que recorrían su ser. Sus ojos permanecieron abiertos de par en par con incredulidad mientras se fijaban en el hombre que había estado anhelando con cada fibra de su ser, el hombre al que amaba más allá de la medida.
El rostro de Zeke, aún exudando su eterna guapura, llevaba una sutil transformación. No podía decir exactamente qué había cambiado, pero había algo en su apariencia que se había endurecido, endurecido. Y sólo lo hacía lucir aún más impresionante. Cualquier cosa que hubiera cambiado ciertamente lo había moldeado en una figura más intrigante que nunca antes.