"Alex no pudo evitar sentir lástima por Zeke al mirarlo. Siendo padre él mismo, había disfrutado de todos los momentos que había pasado con sus hijos desde el momento en que su esposa estaba embarazada, hasta que nacieron y también mientras crecían. Alex atesoraba todos esos preciosos momentos de paternidad con sus hijos, no solo porque amaba a sus hijos, sino también porque esos momentos eran verdaderamente una dicha. La felicidad de simplemente sostener a sus hijos, jugar con ellos y hablarles eran indescriptibles... Eran momentos que simplemente eran irremplazables y preciosos.
Zeke se había perdido todos esos momentos. Se había ido incluso antes de que el embarazo de Alicia fuera visible. Ahora Azy ya tenía diez años. Ya habían pasado muchos años y Zeke nunca volvería a experimentar esas cosas increíbles. Nunca volvería a sostener a Azy como un bebé. Algunas cosas, una vez perdidas, se fueron para siempre y nunca se recuperaron.