""—¡Esa fue mi elección, Zeke! —La voz de Sebastián resonó por el calabozo—. Fuerte y apasionada mientras hablaba. Sus emociones eran como una tormenta furiosa, poderosa e intensa, surgiendo en él con una fuerza que apenas podía contener.
Por tanto tiempo, había mantenido sus sentimientos embotellados dentro, enterrados profundamente por debajo de la superficie. Pero ahora —con Zeke de pie frente a él—, todo su enojo y resentimiento habían llegado a la superficie, saliendo en un torrente de palabras y emociones.
—¡Y no lo hice por ti! ¡Nunca tenías que sentirte culpable por eso! —Su voz se quebró mientras hablaba. Sentía como si estuviera al borde de la explosión, como si estuviera al borde de un precipicio y un movimiento en falso lo enviaría desplomándose al vacío.