A medida que la oscuridad que rodeaba el cuerpo de Sebastián iba disminuyendo lentamente, el corazón de Elle se hinchó de alivio absoluto. Ella había estado tan asustada. Temía que la oscuridad o esta energía poderosa que envolvía a su amado lo consumiera completamente. Pero ahora, mientras él sostenía su rostro en sus manos, ella podía ver la luz volver a sus ojos.
—¡Iza! —exclamó con voz ronca—. El shock absoluto y miríadas de otras emociones giraban en lo profundo de sus ojos. Y sin previo aviso, la envolvió en un abrazo apretado, sosteniéndola cerca como si planeara nunca más soltarla.