—Quizás tengas razón, Sebastian —Elle sintió como él se congelaba ante sus palabras y su corazón se apretaba tanto, solo ante la mera idea de que sus palabras estaban realmente lastimando sus sentimientos de manera tan mala.
Pero cerró los ojos fuertemente y obligó a sus lágrimas a dejar de fluir. Esas palabras que había pronunciado, no solo le dolieron a él sino a ella misma también, muy fuerte. Odiaba que este problema tuviera que plantearse de esta forma. Odiaba haberlo sacado a relucir en absoluto. Simplemente debería haberlo ignorado y haberse dicho que ya no importaba. Que fuera lo que fuera su corazón, ya no importaba. Pero había dejado que sus emociones tomaran las riendas.
Ahora aquí estaban. En un agujero aún más profundo.