—De acuerdo, Sol —Elias estaba nuevamente contra la pared, apoyando su espalda en ella de una forma que parecía relajada pero un poco inquietante—. Dado que eres la primera en hacerme esa pregunta, creo que estoy obligado a al menos responderte.
Sus ojos grises, los únicos que Elle podía ver completamente en la tenúe luz, brillaban con una luz intensa. Tan intensa que Elle no podía evitar sentir la presión de ella bajo su piel.
—Pero primero... supongo que tendré que preguntarte por última vez, Princesa Elle —Elias pausó—. ¿Realmente quieres saber?
Elle no pudo evitar tragar saliva. Por alguna razón, sentía la inquietud creciendo dentro de ella. Una débil campana de advertencia resonó en el fondo de su cabeza, indicándole que debe haber alguna clase de consecuencia si Elias acaba revelando la respuesta a su pregunta. Y la forma en que hizo esa pregunta era simplemente muy sospechosa.