—Elle levantó distraídamente la mano a su sien, donde había sentido su beso. Su corazón aún palpitaba con fuerza mientras lo veía desaparecer en su vestidor. Un ligero rubor rosado teñía sus altos pómulos mientras miraba la puerta del vestidor atontada, la persona en cuestión ya no era visible.
No podía creerlo. Sentía que todo su ser estaba siendo sumido en un frenesí con ese suave y cálido toque de sus labios en su cara. ¿Era él... era consciente de lo que acababa de hacer? No podía dejar de cuestionarlo porque él se giró demasiado pronto y se fue justo después de darle ese beso. Ni siquiera había conseguido captar la expresión en su rostro.
Cuando Sebastián regresó, ahora vestido con una sencilla camisa blanca, Elle no pudo evitar mirarlo fijamente.