—Yao Jing apretó los dientes y no dijo una palabra —cuando la señora Mai vio esto, sintió un miedo persistente y dijo:
— «Le dije a Lele que no jugara contigo, una mujer que incluso sedujo a su propio cuñado. ¿Qué buenas intenciones puedes tener? ¡Afortunadamente, Su Bei estaba aquí esta noche. De lo contrario, mi buena hija habría sido lastimada por una puta como tú! ¡Eres realmente buena en esto, eh?!».
—El señor Mai dijo:
— «No digas más. Shanheng, ¡llama a la policía!».
—Mai Shanheng llamó inmediatamente a la policía —con todas las pruebas, Yao Jing iba a sufrir.
—Por no mencionar nada más, solo por coludirse con pandilleros para hacer tal cosa, definitivamente sería targeteada por la policía —Yao Jing ahora tenía miedo —Lloró y rogó:
— «Tía, no llames a la policía. Realmente no lo hice a propósito...».
—La señora Mai la apartó bruscamente, incapaz de sentir simpatía por ella.
