El camarero les sirvió con delicadeza un costoso vino tinto. Después de dejarlo respirar, les sirvió un vaso a cada uno.
Una música suave fluía lentamente. Jardín de Bambú era como un paraíso terrenal.
Lu Heting extendió la mano hacia la mujer.
—¿Puedo invitarte a bailar?
Su Bei se levantó con una sonrisa y entró en su abrazo. Bailó con elegancia, resaltando su esbelta cintura.
Las habilidades de baile de Lu Heting también eran muy buenas. Era alto y sus movimientos fuertes y elegantes, combinaban muy bien con Su Bei.
Cuando la canción terminó, los dos también terminaron su baile.
Su Bei jadeaba ligeramente. Lu Heting le levantó la cintura y besó sus labios rojos.
Hubo una larga pausa.
—Su Bei, tengo algo que decirte —dijo Lu Heting.
—Marido, tengo algo que decirte —dijo Su Bei casi al unísono.
Su Bei no pudo evitar reír. Su brillante sonrisa se expandió en su hermoso rostro.
—Entonces tú ve primero.
Lu Heting apretó los puños.
Su expresión cambió de relajada a solemne.