—También fue una de las razones por las que Su Bei tardó mucho tiempo en decidir llevar a Da Bao a casa. —Resultó que en efecto, no quería a Gun Gun en su vida.
—Da Bao... —Su Bei sintió que era demasiado para él soportar.
—Xiao Bei, no te preocupes. Puedo aceptar a cualquiera que tú aceptes. Solo es que no quiero regresar tan pronto. —La voz de Da Bao era tan calmada, y sus cejas estaban relajadas.
—Da Bao, quiero que estés con tu padre lo antes posible para que puedan estar cerca el uno del otro.
Da Bao la miró con calma y dijo:
—Eres tú quien debería estar cerca a Lu Heting.
La consideración de Da Bao hizo que los ojos de Su Bei se pusieran un poco brumosos. No le había contado acerca de su enfermedad, por lo que él no sabía que solo podía confiárselo a Lu Heting. No podía quedarse con ellos por mucho tiempo.