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James miraba la íntima mata de Cornelia como poseído mientras separaba con sus dedos sus brillantes pliegues para exponer su botón del placer.
La tocó allí montones de veces anoche, pero esta era la primera vez que se acercaba tanto. Realmente quería lamerla allí.
James levantó la mirada para encontrarse con la de Cornelia. —Soñaba con esto mientras dormías.
Ella lo miraba sin parpadear, y el hecho de que no objetara, le dijo que no necesitaba persuadirla más.
James no rompió el contacto visual mientras bajaba su cara hacia ella, y le encantaba ver cómo sus pechos se sacudían cuando ella se estremecía al mismo tiempo que su lengua aterrizaba en su clítoris.
—Mmm... —tarareó mientras la lamía—. ¡Sabía fantástico! Era dulce con un toque de acidez, como las bayas silvestres, y quería ahogarse en esos jugos.