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La situación actual les recordaba a Talia la vez en el Festival del Solsticio de Verano cuando el descarado Alfa dijo que tenía las piernas entumecidas y que era culpa de ella, así que terminó dándole un masaje. En aquel entonces, ella estaba reprimiendo su amor por él, pensando que era algo unilateral que terminaría con ella herida, pero ahora era diferente. Ya no era una chica insegura del ático; ella era Alfa Natalia Moonrider, y ese atractivo bulto de músculos desnudos era su compañero, su otra mitad. Suyo.
Damon la había traído aquí sin consultarle primero. No es que ella no estuviera de acuerdo con la idea de crear buenos recuerdos, pero quería hacerlo en sus propios términos.
—Ahh… —un suspiro apenas audible escapó de los labios de Damon cuando Talia lo tomó en su boca sin ninguna advertencia.
Los ojos de Talia se agrandaron cuando lo sintió crecer en su boca. Era una sensación desconocida, y la llenaba de orgullo saber que su toque lo afectaba de esa manera.