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La luna creciente anunciaba el final del festín.
Talia notó que la gente disminuía el ritmo con la comida y lanzaba miradas hacia ella.
—¿Gatita? —La voz de Damon sonó en su mente a través de su enlace mental privado—. ¿Algo va mal?
Él podía sentir su ansiedad aumentando, y temía que el collar estuviera actuando de nuevo. ¿O qué si los restos de la magia oscura se removían?
—Nada está mal —respondió Talia.
—¿Entonces? —él insistió.
—Todos esperan que hable antes de la carrera de la manada, y no estoy segura de qué decir —admitió Talia.
—¿Te preocupa no poder superar el discurso que diste cuando te convertiste en la Alfa?
Talia parpadeó a Damon. ¿Cómo sabía él del discurso? Le tomó un momento recordar que había compartido esos recuerdos con él.