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Talia besó la mandíbula de Damon, y luego fue dejando besos hacia abajo por su cuello hasta llegar al lugar donde estaba su marca. Se prendió de sus labios allí y lo lamió, y Damon gimió cuando ella empezó a succionar. Era un lugar tan sensible.
—Gatita —llamó Damon con el aliento entrecortado.
Le estaba recordando sobre el festín y la gente esperando por ellos, pero también la estaba acercando más a él y tirando de su blusa y falda, y ella sabía que él no se preocupaba por nadie más que por ella. De hecho, por eso todavía tenía ropa puesta, porque este festín era para ella como la Alfa de la manada Guardianes de la Medianoche. Su gente la esperaba, y esa era la razón por la que él estaba reprimiendo su urgencia de tumbarla en ese sofá y hacerle el amor hasta que ambos colapsaran en un montón de carne y fluidos corporales.