Distrayéndose con los desagradables pensamientos sobre Nora, en vez de ir al coche, Talia caminó hacia el bosque. Damon estaba un paso detrás de ella.
A medida que avanzaban más hacia el follaje, los pensamientos de Talia se expandieron a algo más que solo Nora. Los recuerdos de la gente despreciándola y llamándola por nombres iban cambiando uno tras otro. Marcy, Anna y su pandilla de Omegas, Cassie, Lisa, Alfa Magnus, Ancianos, Alfa Edward... la miraban a Talia como si estuviera sucia, como si no perteneciera allí. En el ático, en la cocina, en el comedor, en el estudio, en la fiesta, en la reunión de Alphas. ¿Quiénes eran ellos para decidir si ella debía estar en algún lugar o no?
Talia se preguntaba cuán difícil sería para la gente aceptar a las brujas como parte de su normalidad cuando no podían aceptar a una pequeña Talia.