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Talia y Axel estaban sentados en el suelo y observaban a Cassandra, quien se ocupaba alrededor de una enorme roca que estaba inclinada como si descansara en el borde de una colina. Aparte de su superficie lisa, nada destacaba, pero Cassandra estaba segura de que allí es donde estaba el portal.
Talia se recostó hacia atrás para apoyarse en sus codos y tomó una profunda respiración.
El clima era agradable. El sol estaba alto en el cielo moteado de nubes, y la refrescante brisa ligera llevaba el dulce aroma de las flores silvestres.
Era un día perfecto para holgazanear, pero Talia no podía relajarse. Estaban a punto de adentrarse en lo desconocido y por mucho que no quisiera pensar en los posibles peligros, prefería hacerlo a tener que pensar en el hecho de que Damon se había ido a la Manada de los Aulladores Oscuros sin saber quién era ella.