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La atención de Damon estaba en Talia, y la observaba atentamente mientras se movía por el bosque. Cada uno de sus movimientos era grácil, dejándolo maravillado.
¿Sabía ella que se movía sin perturbar el follaje por el que caminaba? Incluso sus mejores exploradores tendrían dificultades si compitieran contra su gatita en adentrarse en la naturaleza sin dejar rastros. Y si combina eso con la mezcla de hierbas que solía tomar, sería casi invisible.
Talia era increíble, y el hecho de que ella no se diera cuenta de ello solo hacía que Damon la amara más.
Damon sonrió cuando la brisa le trajo el dulce y cítrico olor de Talia a fresia. Sabía que tomar esas hierbas para suprimir su olor era importante, pero ella dejó de tomarlas porque él dijo que amaba su aroma. La chica que siempre se ocultaba quería que él la encontrara. Eso calentaba su corazón.