—Maddox alimentó a Tatiana y escuchó mientras ella hablaba de sí misma.
—Ya había olvidado su hambre y no podía darse cuenta de su estómago vacío porque su corazón estaba lleno.
—La voz de Tatiana era melodiosa, sonaba como el canto de un ruiseñor, atrayéndolo a una dimensión donde los colores brillaban intensamente, la brisa de la primavera acariciaba sus mejillas y todo olía a fresas.
—Maddox escuchó algo sobre una pasarela, desfiles de moda, París, Milán, Nueva York y Londres, pero aunque se concentró intensamente en lo que decía, sus palabras se rehusaban a registrarse como frases significativas en su mente porque su atención estaba en los encantadores labios de Tatiana que se movían mientras hablaba, y él realmente quería probarla de nuevo.
—El recuerdo de su beso y la lengua de Tatiana moviéndose habilidosamente de manera inexplicable lo ponía duro. Todo acerca de Tatiana lo ponía duro.