—Damon soltó una carcajada al ver a Talia retorcerse bajo su tacto. —¿Me quieres, gatita?
—Sí —ella suspiró.
—¿Qué quieres?
—Talia se detuvo cuando se dio cuenta de que él quería que hablara sucio. Se mordió el labio inferior con fuerza. —¿Podría decir lo que tenía en mente?
—Damon retiró su mano de allí y Talia se sintió presa del pánico en su oscuridad. —¿Se detendría porque ella fue desobediente y no habló? —¡Apenas habían empezado! —¿Cómo puede detenerse?
—Talia sintió la urgencia de que su mano volviera allí porque su cuerpo ansiaba su tacto.
—Talia estaba a punto de quitarse la venda cuando sintió que el colchón se movía de nuevo, y el movimiento venía de todas las direcciones.
—El pecho de Damon rozó los pechos de Talia mientras se arrastraba sobre ella, y sus brazos se movieron para aferrarse a él.