—¿Me dirás qué está pasando? —preguntó Talia a Cassandra y Keith, quienes ambos miraban sus pies.
—Nada —respondieron Keith y Cassandra al unísono.
—Eso no parecía nada —intervino Yasmin—. ¿Problemas de amantes?
Keith y Cassandra hicieron una mueca como si hubieran comido algo agrio.
Talia no estaba de humor para juegos. Cruzó sus brazos sobre su pecho. —¿Cuál de ustedes me va a explicar por qué el Oráculo de mi manada y el jefe de mis guardias están peleando en el pasillo como dos rufianes?
—Le di un collar, y él lo tiró —respondió Cassandra.
—No dijiste que tenía que devolverlo —replicó Keith con brusquedad.
Las cejas de Talia se alzaron lentamente. —No me había dado cuenta de que su relación había progresado al punto de intercambiar joyería.
—¡Bwahahaha! —Yasmin estalló en carcajadas.