—Antes que nada... —la voz de Axel se fue apagando mientras aspiraba profundamente, acerando su resolución para continuar hablando.
—Es vergonzoso admitirlo, pero la verdad es que eres más fuerte que yo. El Alfa es el más fuerte de la manada por una razón. Además de liderar a nuestra gente, también representas a nuestra manada frente a otros. Uno necesita ganarse ese honor. Si acepto ser el Alfa mientras tú estás vivo y coleando, no podré mirar a la gente a los ojos. Eso me haría no apto para ser un Alfa.
—No me veo más fuerte que tú, Axel. Puedes dominarme en un segundo y, aunque milagrosamente esquive tu primer ataque, me derrotarás con una técnica de lucha pulida.