Arabelle miró el test de embarazo frente a ella como si fuera un demonio convocado directamente desde el infierno. En realidad, habría preferido un demonio real, con cuernos y todo. Al menos sabía cómo lidiar con esos. Pero esto, ¿esto era aterrador a un nivel completamente nuevo?
Solo tenía una semana de retraso, apenas tiempo suficiente para entrar en pánico, o eso se había dicho a sí misma durante días. Gabe, siempre la voz de la razón serena, simplemente se encogió de hombros cuando lo mencionó. —Ve como vaya el flujo —había dicho. Como si esa fuera una opción cuando su cerebro se negaba a pensar con claridad.