Cai se recostó con una sonrisa de satisfacción —dejando que el peso de sus palabras se quedara suspendido en el aire mientras Rafe sentía cómo su corazón se hundía. Maldito sea este hombre—. Entonces, Rafe —dijo Cai, su tono casual pero sus ojos brillando con curiosidad—, ¿me estoy acercando? ¿O tienes una cuarta posibilidad que te gustaría iluminarme?
La mandíbula de Rafe se tensó, su silencio haciéndose más pesado con cada segundo que pasaba. Cai, todavía imperturbable por la falta de respuesta, inclinó ligeramente su cabeza, como si considerara su próximo movimiento. ¿De verdad vas a seguir en silencio? —preguntó Cai pensativo, su voz calmada pero matizada con desafío.