En cuanto salieron, ella no perdió tiempo en dirigirlo hacia su coche, aparcado convenientemente cerca de la puerta trasera. Si esta chica no le hubiera sido presentada por Cai, él habría pensado que se trataba de un intento de secuestro. Sin embargo, se dejó llevar por alguna razón que no podía nombrar.
Su mano permanecía ligeramente sobre su brazo mientras caminaban, su paso firme pero decidido. Justo cuando se acercaban al coche, ella se inclinó más cerca, su voz bajando a un susurro sensual que le envió una sacudida por la espina dorsal.
—Empújame contra el coche como si no pudieras mantenerte con las manos a raya —murmuró ella, su aliento rozando su oreja—. Luego entra en el coche.