"Isabella cerró los ojos y contó hasta diez. Iba a huir en los próximos treinta segundos. No iba a dejar que él la distrajera. Mientras repetía este mantra en su cabeza y se giraba, su corazón se hundió.
Allí estaba él, blandiendo su pendiente como un pirata triunfante descubriendo un tesoro escondido. Los ojos de Isabella se abrieron con incredulidad. ¿Cuándo y cómo había llegado su pendiente hasta él? Estaba bastante segura de que ya se los había puesto cuando él llegó... O tal vez no.
En cuanto él empezó a caminar hacia ella, supo que iba a subir el nivel de esta juego. Sus intenciones eran claras. Y ella no sobreviviría. ¡También sabía eso! No iba a dejar que se acercara a ella...
Apresuradamente, dio un paso atrás y se giró sobre sus talones —No me estoy poniendo el segundo pendiente. Puedes quedártelo. Está pasado de moda llevar pendientes en ambas orejas. Adiós.