"En la última quincena, el palacio había sido un hervidero de preparativos incesantes para la boda real. Ravina y Malachi estaban a punto de intercambiar votos en apenas dos días. Con cada amanecer, la emoción crecía, acompañada de una avalancha de sugerencias, ideas y planes en constante cambio. Lo que inicialmente se sentía como un hermoso sueño se estaba transformando lentamente en un torbellino de voces, cada una más ansiosa que la anterior por hacer del día algo memorable.
Aunque muchas manos facilitaban el trabajo, el volumen puro de opiniones y opciones amenazaba con eclipsar el sagrado sentimiento detrás de la ocasión. Ravina comenzó a anhelar una celebración más sencilla e íntima, una que no se perdiera entre bailes elaborados y extravagantes números musicales.
Detectando la expresión contemplativa de su hermana, Darcy se acercó, su ceño fruncido en preocupación. —¿Está todo bien?