Darcy había anhelado asistir a esta reunión. No por una afición a los eventos sociales, sino debido a la tortuosa soledad en el castillo, particularmente la ausencia de Efraín. La profundidad de su deseo de verlo era casi alarmante. Cuánto lo había extrañado. Cuando hizo su entrada, sus ojos lo buscaron al instante en la multitud.
Pronto, su mirada se encontró con la de sus ojos ámbar ahumados. Una ola de emoción la arrastró al verlo. —¿Siempre había sido tan impresionante, o su anhelo por él había acentuado su atractivo? —Su mirada reflejaba la suya, sosteniéndola con una intensidad que permanecía intacta incluso cuando los bailarines ocasionalmente la ocultaban a la vista.
Ares se acercó para darles la bienvenida, desviando momentáneamente su atención de Efraín. —Varios invitados notaron la presencia del rey y su séquito, sus ojos se abrieron con sorpresa y curiosidad mientras Ares hacía las presentaciones.