"Una profunda sensación de pérdida impregnaba el espíritu de Efraín ante la ausencia de Darcy. Desde el momento en que se había revelado ante ella, no había pasado un día sin su radiante presencia. Ella era la sangre vital de su existencia, la chispa revitalizante que lo despertaba de su letargo cada día.
Había estado tachando los días en un calendario imaginario, anhelando este momento en particular en el que la vería de nuevo, a pesar de su paciencia inherente. Su mirada seguía desviándose hacia Ravina, como si algún extraño magnetismo, como si deseara que si miraba más de cerca, ella se transformaría en Darcy. Sin embargo, cada vez que sus ojos se encontraban con los de ella, registraban la diferencia entre las dos mujeres, haciendo que su enfoque se desviara involuntariamente de nuevo a la entrada.