—¿Ares? ¿Estás bien? —La voz de Efraín sacó a Ares de su estado distraído, notando su palidez que había aparecido en sólo un día.
—Ah, debo necesitar sangre —Ares respondió con calma, frotándose la frente—. Me siento mareado. —Su mirada se dirigió hacia Efraín con curiosidad creciente.
—No me mires —dijo Efraín—, su tono era serio, pero Ares siguió mirando sólo para molestarlo.
—Quizás necesite sangre humana —Ares reflexionó—. Tu sangre era... diferente. Era más... saciante.
—La mente de Efraín comenzó a armar el rompecabezas. Los Marozaks eran conocidos por consumir sangre humana, no sangre de dragón.
—¿Nunca has tomado sangre humana antes? —preguntó Efraín.
—Ares negó con la cabeza—. No. Ni siquiera sé cómo hipnotizar o lo que sea que hagan.
—Como te sientes enfermo, tienes que asegurarte de recibir la nutrición adecuada. Deberíamos conseguir un donante humano —sugirió Efraín—. ¿Pero alguna vez has intentado hipnotizar? ¿Tal vez viene de forma natural?