—Malachi bebió su sangre, el sabor metálico era extraño contra su lengua, ya que no se suponía que debía beber de ella sino solo tener un gusto para el propósito del apareamiento. Pero como ella estaba reaccionando bien y él podía sentir que su respiración se estabilizaba un poco más, continuó bebiendo.
Su sangre estaba caliente, y poco después se acostumbró al gusto. Con cada gota, era como si su esencia, su fuerza vital, se mezclara con la suya y pudiera sentirle, sumergirse en el estado de su mente. Estaban juntos allí, el mundo a su alrededor un campo de flores, el caos había desaparecido.
—Era extraño —murmuró sin alzar la vista—. Nunca había oído que el apareamiento se sintiera así, pero estaba haciendo más que aparearse. Estaba tomando más sangre de lo necesario, y con cada sorbo, algo se transformaba dentro de él.