"""Ravina estaba ahogándose en dolor, su garganta constreñida por las garras que se clavaban en su cuello. Cada aliento era una lucha, y el sabor de la sangre llenaba su boca, sofocándola aún más. Toser solo empeoraba la situación, haciendo que las garras cortaran más profundo e intensificaran su agonía.
De repente, un violento estruendo destrozó la habitación, la pared se derrumbó revelando el caos que se desplegaba afuera. A través de su neblina de dolor, Ravina vislumbró a Nazneen, sosteniendo a una mujer empapada en sangre en el hueco de su brazo.
—¿Es esta tu hermana? —preguntó Nazneen, su voz burlona.
Ravina pudo sentir cómo Zoila se tensaba, pero en lugar de soltarla, apretó aún más.
—¡Suéltala! —escuchó la voz mandona de Nazneen.
—No.—Respondió Zoila—¡Primero suelta a la mujer!
La determinación de Nazneen resonó por la habitación.
Zoila se negó desafiante.
—¡Eso no va a pasar!