—¿Qué está pasando? —Los hermanos de Malachi se reunieron, sus expresiones llenas de preocupación.
—Aaron, lleva a todos a un lugar seguro. El resto de ustedes, síganme. Necesitamos detener esto —ordenó Malachi, su voz cargada de urgencia.
El corazón de Ravina latía en su pecho mientras la confusión y el miedo nublaban su mente. Entendió que los humanos habían descubierto su escondite, pero la repentina llegada de un ejército armado la dejó cuestionándose quiénes eran estas personas.
Malachi se volvió hacia Ravina, sus ojos llenos de una mezcla de protección y determinación. —Entra y no salgas —instruyó, su voz teñida de preocupación.