"El día llegó para que Darcy se fuera con su padre, y mientras empacaba, podía ver a Efraín observándola con preocupación. Cerrando el cofre, se volvió hacia él. —Estaré bien —le aseguró.
—Él inclinó la cabeza y preguntó—, ¿Debo acompañarte?
—Ella sonrió y dijo—, No puedes, Efraín. Eso sería peligroso.
—Él suspiró pero asintió. Darcy se acercó a él, donde estaba medio sentado en el tocador. A medida que se acercaba, los brazos fuertes y reconfortantes de Efraín la acogieron, atrayéndola hacia un beso que prometía dulces recuerdos para llevarla en su ausencia. Ya ansiaba su presencia, su tacto, su olor y su sonrisa radiante, todos grabados profundamente en su corazón.
—Te echaré de menos —susurró ella cuando se separaron sus labios.
—Y yo a ti —respondió él en un murmullo.
—Búscame en la fiesta —prometió ella, su voz llena de anticipación.
—Efraín asintió con una dulce sonrisa.